En Mar afuera, la más reciente novela de Grecia Cáceres, se contraponen Lima y París, ciudades que la autora conoce muy bien y en las que tendrá lugar la historia de Miranda.
Cáceres, quien vive hace más de dos décadas en Francia y además dirige el Departamento América Latina del IESA de París, volvió a Lima hace unos días para contarnos más detalles de Mar afuera, una novela con una estructura y diálogos que escapan de lo tradicional, con tendencia a leerse de un tirón, y que destaca por su lenguaje fresco y poético. De ahí que para la otrora poeta, lo más importante durante el proceso creativo es el lenguaje.
El libro, publicado por el Fondo editorial César Vallejo, toca diversos temas, entre ellos: la inmigración, la maternidad, la violación a la intimidad y la condición de escritora en la mujer. Este último, visto desde la propia experiencia de la autora -madre de cuatro hijos- como algo "difícil", pero no imposible.
Tengo entendido que este el primer libro en el que contrapones Lima con París. Y París es desde hace mucho tiempo la ciudad donde radicas. ¿Por qué contraponer estas ciudades tan diferentes en este libro?
Mar afuera es mi quinta novela en efecto y las otras cuatro han estado bastante concentradas en diferentes momentos históricos de la historia del Perú, pero siempre desde un punto de vista de novela histórica. Esta novela no tiene tantas referencias temporales, no se sabe muy bien en qué momento sucede, hay algunas pistas, pero es verdad que a mí misma me sorprendió la irrupción de París en el libro. Yo me negaba un poco a hablar de París para no entrar en este género de latinoamericanos en París. Hay muchos escritores que han hablado de París. Y yo como parisina, porque me considero parisina, soy alguien que vive allá y ha construido su vida adulta en París, la conozco muy bien, como un habitante más. No quería que la trasposición literaria fuera de nivel de postal o de cliché, entonces creo que eso ha tenido un proceso desde el momento en el que llegué hasta que esa información ha podido filtrar a lo más profundo para poder salir nuevamente en lo literario. No era una voluntad, a mi me sorprendió y se impuso en una especie de contrapunto con Lima, que es más o menos el resumen de mi vida, porque yo solo he vivido en Lima y en París, no soy una viajera. Llegó el momento. He tratado de hablar de París dentro de la lógica de la novela pero con un conocimiento de interior.
En el relato, Lima se presenta -desde el punto de vista de Miranda, personaje principal de Mar afuera- como una ciudad caótica, limitada e incluso hasta enemiga. ¿Crees que Lima es así?
Bueno, yo me fui de Lima a mediados de los 90. Lima era una ciudad peligrosa, una ciudad que estaba tomada, en guerra. Después de que me he ido he vuelto muchas veces, pero siempre me he cuestionado sobre lo que significaba Lima para mí. Lima es un personaje importante para mí en todas mis novelas. El hecho de que Miranda huya de Lima hace que esta ciudad sea para ella una amenaza porque se siente violentada por esta ciudad, en la cual no puede ejercer su voluntad, por su edad, por el hecho de ser una chica, de estar cerca a sus padres. Todavía no tiene una elección de vida. Mientras que en París, cuando llega con sus niños, ya puede asumir una vida más adulta, siente la ciudad como un terreno de exploración y al mismo tiempo como un cómplice de ese descubrimiento. Yo no veo a Lima como una ciudad caótica porque es una ciudad muy antigua que tiene lógicas que son muy antiguas y esas son las que a mí me fascinan. Yo no diría "Lima ciudad caótica que no se puede leer", yo diría "Lima ciudad compleja que te exige mucho para entenderla". Pero desde el punto de vista Miranda, cuando ella se ve obligada a irse, Lima es una jauría que la persigue.
Miranda huye de Lima, pero una vez instalada en París, extraña algo de su ciudad: el mar. El mar -que también está en el título de la obra- es un elemento pacificador en la historia...
En esta lógica de ciudad del acoso hay un espacio de serenidad, apertura o de horizonte que es el mar. La relación que entabla Lima con su mar es bien particular, es bastante paradójica también porque durante mucho tiempo Lima estaba alejada del mar y poco a poco se acercó, hasta que se dio cuenta del potencial que tenía el mar. El mar es peligroso y al mismo tiempo es liberador. Entonces ella (Miranda) se da cuenta de esa relación con el mar cuando llega a París, lo recorre y va hacia el agua. El mar es el agua, el agua tiene ese lado profundamente fundacional, del origen. Ella no tiene una relación de odio o rechazo con Lima, tiene una relación complicada y ese elemento del mar le permite reencontrarse con la ciudad.
Hay ruidos externos que acompañan a Miranda durante el relato. Luego está su interés por un edificio antiguo que está al lado de su casa en París. Es como si su vida se viera reflejada en esa estructura…
Es posible. Es una especie de símbolo o emblema de lo que es ella. Es un lugar que tiene que ser renovado. Los ruidos exteriores son importantes porque tengo la impresión de que cuando Miranda llega a París está completamente bloqueada, está en un estado de shock que le impide relacionarse con el mundo. Lo que sucede en el edificio de al lado la lleva a salir de ese estado pasivo. El ruido es importante, es algo que te llama al mundo exterior.
En un momento, Miranda se plantea la idea de volver a escribir, pero su nueva condición de madre parece impedírselo. ¿Crees que es difícil para una autora perseverar en la escritura?
Sí. Pienso que hombres y mujeres deben tener mucha perseverancia, pero en las mujeres es quizá un grado mayor. Lo que a Miranda le aterra es su cambio de condición, es que eso la aleja de sus ambiciones literarias porque ella pensaba dedicarse a eso, a sus estudios, a leer, a compartir eso con sus otros pares, y se ve catapultada en una situación que no era la que había previsto. Y cuando se va, la posibilidad de escribir siempre es una esperanza. La distancia de Lima influye en ello. Es cierto que el oficio de la escritura es muy complicado, es muy solitario, la vida familiar toma mucho tiempo y descentra al escritor. El escritor tiene que tener un lado un poco obsesivo y la maternidad te saca hacia afuera. Miranda está en ese pasaje que lo han vivido muchas artistas mujeres. Es tan difícil que hay muchas mujeres que han renunciado a la maternidad para dedicarse a su obra.
¿En tu caso cómo fue?
En mi caso, yo he tenido que combinar las cosas porque tengo cuatro hijos. Durante unos buenos años no publiqué nada porque tuve a mis dos hijos -el tercero y el cuarto- bien seguidos. Yo también he vivido ese momento en el que me he dicho "¿Voy a volver a escribir o cuando termine de criarlos y vuelva a la página quizá ya no pase nada?" porque uno se siente descentrado, pero es una experiencia extraordinaria y jamás hubiera renunciado a ella. Tenemos que pensar la condición del escritor con la condición humana de las mujeres, no tiene porque haber una renuncia de las mujeres a su propios deseos de maternidad y familia por la Literatura. Yo no lo hubiera hecho en todo caso.
La novela toca muchos temas, uno de ellos es el machismo. Incluso hay personajes mujeres que lo son...
El machismo es un orden patriarcal. Es un orden que marginaliza a la mujer como individuo y que le da poco espacio en el mundo de la creación. A mí lo que me interesa es el mundo literario. Hay otros tipos de derecho que también se pueden tocar. Yo escribo a partir de esta sociedad también.
¿Eres feminista?
Yo creo que soy feminista. Soy feminista en el sentido de que yo puedo ser escritora y madre, y tener si quiero ocho hijos, y me tienen que considerar como una escritora. Tenemos que encontrar un equilibrio. Creo que sí es posible.
En Mar afuera, Miranda encuentra consuelo en la poesía. ¿Crees que la poesía es un consuelo?
Sí. Para mí la poesía siempre ha sido una constante. Yo escribí poesía antes de publicar la novela, yo me soñaba a poeta. Tenía quince años. La poesía es una lectura que acompaña diferentemente, no necesita una temporalidad larga, ni entrar en un trama, ni seguir una enigma. A ella siempre se puede acudir, como quien toma agua y eso te refresca de saca de la continuidad. La poesía nos saca del tiempo. Y para ella (Miranda) lo siente de una manera más intuitiva.
Otro de los lugares que descubre el lector en Mar afuera es Taquile (Puno). Miranda queda deslumbrada... ¿Eso parte de tu experiencia personal?
Sí. Lo de Taquile a mí también me sorprendió que irrumpiera en esta novela. Yo hice un viaje a Taquile con amigos hace muchos años, cuando era estudiante, y para mí fue una revelación. Sentí que vi algo esencial de nuestra identidad ahí. Es otro contrapunto con Lima y París. Taquile es un paraíso en la Tierra. Miranda tiene la sensación de entender algo del Perú fuera de Lima, porque salir de Lima es todo un acontecimiento para los limeños.
Hablemos del lenguaje de Mar afuera...
La idea es que cuanto más se trabaja el lenguaje más natural parece. Esta novela es fruto de una experiencia, fruto de una escritora que ha trabajado y ha explorado. Hay un cierto nivel de madurez en el lenguaje, para mí lo más importante es el lenguaje. Todo mi esfuerzo es el trabajo del lenguaje, de la fluidez de ese lenguaje y los diálogos.
Empezaste publicando poesía. ¿Cómo fue ese paso a la narrativa?
Fue rápido. Llegué a París pensando que iba a continuar con la poesía y que nunca iba a escribir novela. Y la novela surgió de mi vida en París, de la distancia, la nostalgia, de las ganas de contar historias que tengan que ver con el Perú. El instrumento de la novela es una maravilla, tienes un acceso increíble a la gente. La gente lee novelas, mientras que la poesía sigue siendo bastante confidencial. Pero en el momento vino naturalmente. No hubo una progresión, ni tampoco una decisión.
La poesía aportó a tu narrativa...
La poesía es el laboratorio del lenguaje para mí. La poesía alimenta mis novelas que tienen un estatuto un poco ambiguo, a veces entre la prosa y la poesía.
¿Crees que un escritor debe situarse en un solo género?
Pienso que hay que jugar con los géneros. A mí siempre me ha gustado jugar con la norma y romper la norma y volver a ella, experimentar sus límites. En mi caso, la poesía sigue siendo un ejercicio, yo sigo escribiendo poesía y voy a publicar pronto. Pienso que cada escritor tiene su camino, pero generalmente uno está más cómodo en uno de esos géneros, aunque tenemos en la historia gente maravillosa que ha hecho teatro, novela, poesía y ensayo.
Lee un extracto de Mar afuera, de Grecia Cáceres: