Dicen que la mujer peruana es aguerrida, emprendedora, luchadora, pero sobre todo mil oficios. Angela Cherres Ordinola, de 40 años, es prueba de ello. Es bodeguera desde los 21 años, empezó con tienditas muy pequeñas que abría y cerraba por falta de clientes, también puso un negocio de sublimación, y desde hace tres meses tiene su exitosa bodega ‘Michael’ en la concurrida avenida Guardia Chalaca, en Bellavista.
“Jamás pensé dedicarme al negocio de las bodegas, yo quería ser militar, pero mi mamá no me dejó. Antes de la pandemia trabajaba en un cafetín, luego puse un negocio de regalos personalizados y, para tener más ingresos, abrí mi bodega ‘Michael’. Empecé con un paquete de galletas y gaseosas”, cuenta la mamita comerciante, quien también agradece a su negocio por ‘devolverle la vida’.
La ‘señito Angela’, como la llaman de cariño sus clientes, dice que el éxito de ‘Michael’ es por la excelente atención que brinda y los productos variados que ofrece.
“Todos tenemos problemas, pero mi enojo o tristeza se queda en mi casa, al llegar al local me transformo y me dedico a atender como se debe a mis caseros. Siempre con una sonrisa, preguntarles cómo les va y darles soluciones en caso no tenga lo que me piden”, indica.
En su tienda no solo vende productos de abarrotes, golosinas, frutas, verduras, artículos de limpieza y útiles de oficina, sino también hamburguesas y pasteles que ella misma prepara. Además, sigue ofreciendo los servicios de sublimación y regalos personalizados. La bodega abre las 24 horas del día, de lunes a domingo, y se turna con sus hijos para atender al público.
“Con los ingresos de ‘Michael’ pago mis medicinas, las cuentas de la casa, por eso no puedo cerrar en ningún momento. Los bodegueros somos personas ‘chamberas’, nos debemos a los clientes, somos el corazón del barrio”, se quiebra.
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