En tono de broma, la enferma venezolana Yuliana Valdespino dice que sus pacientes en vez de curarse se enferman más. Y ríe a carcajadas. “Cuando me ven, se ponen las manos al pecho y hacen como si estuvieran a punto de sufrir un paro cardiaco. Y me piropean. Pero yo soy muy profesional”, explica.
Es licenciada en enfermería del Instituto Universitario de Yaracuy, con especialidad en geriatría. Pero también es una bailarina exótica, modelo y anfitriona de fin de semana.
Producto de la severa crisis venezolana y como su más de un millón de compatriotas decidió migrar a Perú hace dos años. Es madre de tres hijos y, por eso, desde que pisó por vez primera este país se ingenió para ganarse el pan.
“Cuando llegué, me puse a vender alfajores. Felizmente siempre me ha ido bien en los negocios. Durante la pandemia compré pantalones en Gamarra y los revendía. Realizaba delivery a toda Lima. Pero siempre tenía las ganas de ejercer mi profesión aquí”, cuenta Yuliana.
Pronto llegaría su oportunidad de laborar en una casa de reposo. Atendía a adultos mayores. Los cuidaba, los alimentaba, los aseaba. “Ya entonces los abuelitos me miraban coquetos. Me piropeaban. Pero eran abuelitos, así que yo los miraba con ternura”, expresa.
Su genética venezolana, afirma, es tan generosa porque le ha dado un cuerpo de infarto. “Yo me pongo mi pantaloncito de enfermera y siempre me queda ajustado. Creo que eso es lo que jala los ojos de mis pacientitos. Es que tengo una cinturita y un derrier envidiable ja, ja, ja”.
Pero así como se ha cruzado con personas respetuosas y que la piropean con elegancia, le ha tocado atender a pacientes malcriados, que le faltaron el respeto. Al igual que médicos, quienes aprovechándose de su posición quisieron sobrepasarse con ella.
“Yo soy muy profesional. Puedo ser alegre y divertida, pero cuando se trata de mi trabajo, soy responsable y seria”, dice la enfermera venezolana.
De lunes a viernes atiende pacientes de la tercera edad. A veces, reemplaza turnos de otras enfermeras en clínicas particulares. Pero los fines de semana, cambia su uniforme blanco por diminutas lencerías.
Los fines de semana, Yuliana Valdespino se dedica a modelar y anfitrionar marcas de ropa. Además, realiza ‘bailes exóticos’ en diversas discotecas de la capital en diminutas prendas. Pero aclara, no hace nada más que bailar.
“Hago strip-tease, bailes al rojo vivo, pero no más. Mucha gente confunde y piensa que me dedico al oficio más antiguo del mundo. Pero no. Mi labor es artística, sobre el escenario me transformo, soy otra. No soy la enfermera seria. Soy la enfermera sexy”, asegura.
Con la frente en alto, Yuliana cuenta que con las ganancias de sus actividades pudo comprar una casa y un carro en Venezuela. Además, mandó a su hijo mayor a Estado Unidos.
“Creo que mis logros más grandes han sido esos. Me esfuerzo, me sacrifico, lo doy todo por ellos. Yo sufrí en mi país, éramos muy pobres, pero no quiero que mis tres hijos pasen por eso”, dice con la voz entrecortada.
La vida de Yuliana está llena de matices. Comparte sus dos grandes pasiones: la enfermería y el baile con destreza. “Porque todo trabajo es honrado. Y los únicos que critican son los prejuiciosos”, apunta. Y comparte su día a día en sus redes sociales de Instagram y TikTok: @yuliet.pe, donde es viral.
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