Amaranto es un pequeño pueblo colombiano ubicado en el departamento de Antioquia cuyo único acceso es un estrecho camino de barro y piedras. Se ubica a unos 1400 metros sobre el nivel del mar y en medio de una región con abundante vegetación, pero bien podríamos decir que lo más llamativo no es su flora, sino su historia. Y es que en esta localidad viven casi 200 personas pertenecientes a una sola familia, quienes se han casado y reproducido entre sí durante las últimas dos generaciones.
Según el periódico colombiano El Tiempo, los primeros en contraer matrimonio fueron los primos hermanos Luis Aníbal Vanegas Galeano y Alba del Jesús Galeano Henao. Lo hicieron hace casi 100 años, cuando llegaron a la localidad y de su unión nacieron 11 hijos y decenas de nietos; sin embargo, hubo que pedir permiso a la máxima autoridad religiosa de Antioquia para concretar el casamiento.
Alba del Jesús tiene 85 años, pero recuerda bien cómo fue que solicitaron la autorización al obispo de Jericó a través de la curia de Ciudad Bolívar, un pequeño pueblo del suroeste de Antioquia. Para ello, se les impuso como penitencia 50 padrenuestros, 20 rosarios y 6 confesiones.
“Fuimos criados en la misma vereda”
“No había nada que hacer, nos enamoramos, así fue mal visto. Es que fuimos criados en la misma vereda, nos veíamos casi a diario, por eso resultamos casados, de estar tan cerca, tan apegados. Pero también había algo, una atracción, porque a pesar de que yo me fui a Medellín unos meses, no me fijé en nadie más y cuando volví a la vereda nos ennoviamos”, dijo la mujer en conversación con el citado medio.
El pasado mes de marzo, en Amaranto se realizó una fiesta que reunió a por los menos 100 integrantes de los Vanegas, Galeano y Henao. El motivo era celebrar los 50 años de matrimonio entre los primos hermanos Luis y Alba del Jesús.
Nuevas generaciones
Pero su historia no termina allí, pues detrás de ellos vienen las nuevas generaciones. Este es el caso de Angie Paola Galeano Henao y Cristian Alejandro Galeano Henao, quienes son primos hermanos. Tienen un noviazgo desde hace dos años y para ellos su relación responde a una regla de la naturaleza.
“Estudiamos juntos, nos conocemos desde pequeños, además vivimos a cinco minutos, por eso nos podemos ver todos los días. La verdad, para mí es normal, no encuentro una explicación, es pura atracción y cercanía”, aseguró Angie.
Para Umberto del Jesús Henao Galeano, uno de los casi 200 miembros de la familia que habita en Amaranto, las uniones entre familiares no solamente son normales, sino que, a su juicio, son mejores puesto que “las cosas quedan en familia”, lo que hace que todo sea “más fácil, no hay tantos problemas o envidias”.
“La estima y el cariño se siente. Nos la llevamos bien entre todos, celebramos todas las fiestas juntos, somos la vereda más unida y sana que tiene Ciudad Bolívar. Acá se puede decir, no hay riñas o peleas y hace años no hay muertes violentas. Nos morimos de viejos”, agregó.