El hígado graso, también conocido como esteatosis hepática, es consecuencia de hábitos inadecuados de alimentación, sedentarismo u obesidad. Aunque también puede surgir por el síndrome metabólico, que es cuando se tiene una o más enfermedades asociadas, como diabetes, colesterol alto o presión alta.
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En la dieta para hígado graso es importante aumentar el consumo de frutas frescas y naturales, vegetales frescos y cereales integrales ricos en fibras. En cambio, se debe disminuir la ingesta de dulces, como refrescos, azúcar y jugos; carbohidratos, como pan blanco, arroz blanco y pasta; y alimentos grasosos, como margarina y frituras en general.
El objetivo es mejorar la calidad de la alimentación para disminuir los niveles de grasa en el organismo y aliviar ciertos síntomas, como por ejemplo: pérdida de apetito, dolor del lado derecho del abdomen y dolor de cabeza. Además de evitar complicaciones, como las que pueden surgir en el caso de cirrosis. Entonces, ¿qué alimentos consumir y cuáles no?
Importante: Beber bastante agua a lo largo del día (mínimo 2 litros diarios). Una buena opción para aumentar el consumo de agua es mediante la ingesta de algunos tipos de té, como el té verde, de boldo o de alcachofa, ya que, además de ser hidratantes, también poseen propiedades que favorecen el funcionamiento del hígado. También es fundamental dormir de 7 a 9 horas diarias y practicar actividad física de forma regular.
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