Si bien se han relajado las medidas contra el COVID-19 y ha disminuido la tasa de letalidad en el mundo con la aparición de las vacunas, el virus no se ha sido y sigue mutando en el tiempo. Por ello, se habla de la aplicación de dosis bivalentes para aumentar la inmunización y evitar olas mortales. ¿Qué quiere decir esto?
Desde que se detectó el SARS-CoV-2 en diciembre de 2019, han ido apareciendo nuevas variantes y subvariantes con diversos porcentajes de letales, capacidad de contagio, durabilidad y síntomas.
La aplicación de las vacunas ha sido sumamente importante y ha hecho que las nuevas olas no sean tan letales como en el 2020 y, ahora, los laboratorios se enfocan en actualizar sus fórmulas para combatir el virus.
Las vacunas bivalentes son aquellas que protegen el cuerpo contra dos tipos de antígenos. Una vacuna bivalente contra el COVID-19, que también puede denominarse dosis de refuerzo “actualizada”, tiene componente de la cepa original -conocida como Wuhan por la ciudad china donde apareció el virus por primera vez- y contra la variante ómicron, que es la que viene predominando, explica la la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés). Algunos países, como Reino Unido y Estados Unidos, ya la vienen aplicando.
Las vacunas que se utilizaban hasta ahora en el mundo eran monovalentes, es decir, estaban diseñadas solamente contra el virus original.
Las vacunas contra el SARS-CoV-2 pueden ayudar a prevenir que una persona se enferme de manera grave, sea hospitalizada, por tanto la salvará de morir por el COVID-19. A medida que el virus cambia y su inmunidad disminuye naturalmente con el tiempo, se puede perder parte de esa protección.
La FDA autorizó las formulaciones bivalentes de las vacunas contra el COVID-19 de Moderna y Pfizer-BioNTech para su uso como dosis única de refuerzo al menos dos meses después de completar el esquema principal de vacunación o de dosis de refuerzo.
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