El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un criollazo tallarín saltado con carne de lomo fino, cebolla, tomate y un secretito de la abuelita: sillao, sal, vinagre y… ¡¡azúcar!!, como decía la gran Celia Cruz. “María, llegué el primer día útil del año a la Redacción y me encontré con el mítico periodista de Policiales, ‘El sonámbulo’. Afuera ya había un sol radiante, pero el colega ídolo de los periodistas jóvenes que se inician en este oficio estaba con su gabán gris, mismo Humphrey Bogart, como las películas de detectives en blanco y negro. Tenía una taza de café bien negro y su infaltable pucho en la boca. Increíblemente es al único periodista de toda la corporación al que los recios e implacables agentes de Seguridad le permiten fumar en el edificio.
‘Gary, reconozco la voluntad política del gobierno de declarar en emergencia al Callao. Pero reitero que eso no es suficiente y tomo la palabra del congresista ‘Vitocho’ García Belaunde: ‘Al Callao hay que desratizarlo’. Las mafias, en el primer puerto, son alucinantes. No solo con los contenedores ‘preñados’, el sicariato, la extorsión, las mafias en los falsos sindicatos de construcción civil. Hay un asunto sobre el que muy pocos comentan. La fama de los bares del Callao es legendaria. Los vaporinos de todas las partes del mundo llegan al primer puerto contentos porque saben que en sus días libres se van a encontrar con las mujeres más bellas de Latinoamérica.
Pero ayer me sentí mal, a pesar que en mis treinta años de periodista ‘lechucero’ he visto de todo. Gracias a los valerosos policías del grupo ‘Constelación’, quienes interceptaron las llamadas de manera legal de un mafioso ¡¡que surtía de menores de edad a unos antros clandestinos, donde solo llegaban vaporinos asiáticos que pagaban hasta 500 dólares por unas horas con estas criaturas!! Me sentí mal al ver a las chiquillas cuando salían con sábanas, tapando sus rostros. Pobres chicas. Los pederastas son tipos despreciables y merecen morir. Después vi al zar del vicio, gritando y amenazando a los policías que no se dejaron corromper.
A pesar que el maldito ofrecía ¡¡50 mil dólares!! Todo está grabado. No salió en televisión porque van a caer otros. O, a lo mejor, a esta hora ya fueron atrapados’. Esto me hizo recordar la película ‘El transportador 6’, donde una joven rusa es obligada a trabajar de prostituta en la ribera francesa. Su padre la había vendido cuando tenía doce añitos por 500 dólares. Ella, al final, se vengará de una manera alucinante. Se las recomiendo”. Pucha, ese señor ‘Sonámbulo’ es lo máximo con sus historias. Me voy, cuídense.
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El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un criollazo tallarín saltado con carne de lomo fino, cebolla, tomate y un secretito de la abuelita: sillao, sal, vinagre y… ¡¡azúcar!!, como decía la gran Celia Cruz. “María, llegué el primer día útil del año a la Redacción y me encontré con el mítico periodista de Policiales, ‘El sonámbulo’. Afuera ya había un sol radiante, pero el colega ídolo de los periodistas jóvenes que se inician en este oficio estaba con su gabán gris, mismo Humphrey Bogart, como las películas de detectives en blanco y negro. Tenía una taza de café bien negro y su infaltable pucho en la boca. Increíblemente es al único periodista de toda la corporación al que los recios e implacables agentes de Seguridad le permiten fumar en el edificio.
‘Gary, reconozco la voluntad política del gobierno de declarar en emergencia al Callao. Pero reitero que eso no es suficiente y tomo la palabra del congresista ‘Vitocho’ García Belaunde: ‘Al Callao hay que desratizarlo’. Las mafias, en el primer puerto, son alucinantes. No solo con los contenedores ‘preñados’, el sicariato, la extorsión, las mafias en los falsos sindicatos de construcción civil. Hay un asunto sobre el que muy pocos comentan. La fama de los bares del Callao es legendaria. Los vaporinos de todas las partes del mundo llegan al primer puerto contentos porque saben que en sus días libres se van a encontrar con las mujeres más bellas de Latinoamérica.
Pero ayer me sentí mal, a pesar que en mis treinta años de periodista ‘lechucero’ he visto de todo. Gracias a los valerosos policías del grupo ‘Constelación’, quienes interceptaron las llamadas de manera legal de un mafioso ¡¡que surtía de menores de edad a unos antros clandestinos, donde solo llegaban vaporinos asiáticos que pagaban hasta 500 dólares por unas horas con estas criaturas!! Me sentí mal al ver a las chiquillas cuando salían con sábanas, tapando sus rostros. Pobres chicas. Los pederastas son tipos despreciables y merecen morir. Después vi al zar del vicio, gritando y amenazando a los policías que no se dejaron corromper.
A pesar que el maldito ofrecía ¡¡50 mil dólares!! Todo está grabado. No salió en televisión porque van a caer otros. O, a lo mejor, a esta hora ya fueron atrapados’. Esto me hizo recordar la película ‘El transportador 6’, donde una joven rusa es obligada a trabajar de prostituta en la ribera francesa. Su padre la había vendido cuando tenía doce añitos por 500 dólares. Ella, al final, se vengará de una manera alucinante. Se las recomiendo”. Pucha, ese señor ‘Sonámbulo’ es lo máximo con sus historias. Me voy, cuídense.
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