Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su tallarín saltado con bastante carne en trozos y una jarrita de limonada frozen heladita. “María, llegué temprano a la Redacción y me encontré con el mítico periodista de policiales, el Sonámbulo. Es el único cronista que ha trabajado toda su vida en horario lechucero.
Estaba vestido con su clásico gabán gris, mismo Humphrey Bogart cuando hacía del detective privado Philip Marlowe, en la películas basadas en las novelas negras del escritor Raymond Chandler. María, cuando venga con el Sonámbulo, ni se te ocurra traerle un bistec a la inglesa, una gelatina de fresa, o una copa de vino tinto, pues le da náuseas. ‘Gary, no soy loco, pero esos colores me hacen recordar a los ríos de sangre que tengo que ver en las madrugadas.
No sé qué clase de influjo hace que a esas horas los seres humanos se desquicien. Hay más asesinatos, acuchillamientos y broncas entre parejas, que acaban en crímenes sanguinarios. El Sonámbulo anda pensativo. ‘Gary, tú sabes que soy medio vampiro, siempre me ha molestado el sol, pero este verano es insoportable. Es una tortura para mí. He mandado a instalar aire acondicionado en mi casa y duermo hasta las dos de la tarde con las cortinas bien cerradas’. Mi amigo es todo un personaje.
En los años que el feroz ‘Loco Perochena’ robaba residencias en Lima, el Sonámbulo estaba empezando su carrera periodística y su amigo, el general, era alférez. Hasta ahora se reúnen en un restaurante cebichería japonés en la calle Santa Rosa, al costadito del mercado. ‘Gary, el general me citó para hablar de la violencia en Lima. ‘Amigo -me dijo-, qué bueno que llegaste de vacaciones. No sé quién ha engañado al ministro para que diga que la inseguridad ciudadana ha descendido.
Solo en los últimos días, tres asaltos a dueños de casas de cambio o personas que retiraron grandes cantidades de dinero en un mes es el colmo y, lo peor, sería la misma banda: ‘Los elegantes’. Van bien vestidos, manejan autos de lujo -Audi o BMW- pero tienen metralletas y armas de largo alcance. Son una terrible mutación de ‘Los injertos’ y ‘Los destructores’ de los noventa. Estos ‘angelitos’ han pasado años en prisión y egresaron con honores de la universidad del delito.
Los ‘diplomados’ que se hicieron tristemente célebres asaltando camiones de Prosegur a plena luz del día, ahora ya no quieren arriesgar el pellejo y van a la segura. General -le dije-, estos choros se manejan a otro nivel. Tienen espías en Ocoña, Miraflores y San Isidro. Mandan chibolas ricas y bien vestidas a las casas de cambio y ellas enamoran a un empleado y, si es posible, al administrador.
Allí marcan quién cambia mucha plata o centran a un empleado o gerente’. María, el Sonámbulo es voz autorizada y deberían escuchar su consejo. ¿Qué esperan que no inundan de ‘topos’ los centros de cambios como Ocoña o San Isidro? Pucha, ese señor Sonámbulo es todo un capo. La delincuencia va en aumento en todos lados. Me voy, cuídense.