Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un escabeche de pollo con arrocito graneado, huevito duro encima y harto ajicito molido. Para tomar pidió naranjada. “María, el martes, un empresario travesti en estado de ebriedad estrelló su lujoso carro Mercedes Benz contra cinco vehículos en Surquillo y luego se dio a la fuga, poniendo en riesgo la vida no solo de otros choferes, sino de peatones que tuvieron que lanzarse al piso para no ser arrollados.
El colmo fue que el mismo sujeto ya había sido intervenido el 10 de abril, también pasado de copas, por lo que tenía su brevete suspendido. Según la Policía, al hacerle el examen de dosaje etílico tenía 2.65 gramos de alcohol por litro de sangre. El límite legal permitido es 0.5.
Esta vez felizmente no ocurrió ninguna desgracia, pero las autoridades deberían darle el máximo castigo porque es evidente que es un peligro al volante. Los operativos contra los malos conductores deberían ser de todos los días y los carros internados.
Además, se deben habilitar prisiones para este tipo de infractores, que sepan lo que cuesta manejar de manera irresponsable por las calles de las ciudades, pues muchas veces causan accidentes mortales.
Si la gente se quiere divertir con trago y amanecida, pues que se vaya en taxi. Si se van en grupo puede haber, como era antes, el famoso ‘amigo elegido’, el que no toma y se encarga de llevar a todos sus amigos a casa.
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