El Chato Matta llegó al restaurante por unos tamalitos verdes, un cebichito de carajillo y un arrocito con langostinos. Para calmar la sed pidió una jarrita de cebada heladita.
“María, me encontré en el sauna con el gran Pancholón. Estaba resaqueado y se pidió una ‘chelita’ helada para cortarla. ‘Chatito- me dijo- la vida da muchas vueltas. Me encontré con un chibolo que es mi hincha y con unos tragos me relató la historia de su familia. ‘Panchito, tú sabes que mi viejo Ramoncito es ingeniero y ha sido gerente de ministerios de varios gobiernos. Cuando era joven conoció a mi mamá, una guapa administradora. Se casaron y ella renunció a su carrera para ayudarlo a surgir y criarnos a mí y mis hermanas. Construyó una gran casa con piscina en Surco y éramos felices. Pero hace unos años lo contrataron como consultor en una empresa privada y allí conoció a una secretaria huanuqueña, a la que llamaban ‘Peky’.
El chico me sacó unas fotos del Facebook de la joven’. María, era espectacular, tenía un aire a Milett, la que tiene loco a Marcelo Tinelli, pero un poco más bajita. ‘La chica tenía 32 años -continuó el chibolo- y se convirtió en la amante de mi viejo que iba a cumplir sesenta. Sus amigos pensaban que solo se la estaba ‘levantando’, pero era ella quien estaba ‘pescando a un pez gordo’. El tuvo sus ‘cositas’ en la calle y mi madre se hizo la loca, porque los sábados y domingos los pasaba con la familia. Trampeaba los días de semana cuando llegaba de madrugada con el cuento de que tuvo una reunión de negocios.
Amigo, te resumo la situación. Mi viejo perdió la cabeza por la ‘secre’. Mi hermana encontró en el celular sus mensajes: ‘Hola, mi papi, mi osito, te espero con mi hilo dental rojito como te gusta. Te voy a hacer el salto de la tigresa. Miauuuuuu’. Él comenzó a faltar los fines de semana, no venía a dormir, y una amiga de mi hermana le contó que mi papá ‘vivía’ con la tal ‘Peky’ en un ‘depa’ de San Borja. Una noche que llegó mareadito le gritó a mí mamá: ‘¡Me voy con una mujer que me ama y hace feliz, joven y no vieja como tú!’. El departamento se lo compró porque la mujer tuvo una bebita con él, ¡a sus sesenta años! En mi casa se armó un terremoto. Pero en plena época de la pandemia a mi viejo le dio el coronavirus, estuvo entubado en cuidados intensivos y la ‘secre’ salía a juerguear mientras mi papá se moría. Cuando salió de la clínica lo llevaron al departamento de la amante, pero al verlo en silla de ruedas ella contrató una ambulancia y lo llevó a nuestra casa. ‘No puedo atenderlo, por mi hijita, ustedes atiéndanlo, además puede contagiar a la bebé’.
Lo recibimos y mis hermanas lo cuidaron con amor y mi madre ‘por sus hijos’. Lo increíble es que ni bien se recuperó fue a buscar a la amante. Justo por ese tiempo recibió una fuerte cantidad de la empresa privada donde fue consultor. Como ‘Peky’ no quería recibirlo porque lo veía acabado, le compró una camioneta cuatro por cuatro del año para convencerla. La mujer volvió a ser la melosa querida, pero sabemos que tiene otro amante más joven’”. Pucha, qué tal historia que contó el sinvergüenza de Pancholón. Lo peor que le puede pasar a un hombre es que de viejo pierda la cabeza. Me voy, cuídense.
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