Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz con mariscos acompañado de ensalada de palta. Para tomar pidió una jarrita de jugo de maracuyá. “María, la Policía acaba de rescatar a más de 40 menores de edad que eran explotadas sexualmente en discotecas de San Martín de Porres.
Ellas eran obligadas a prostituirse y pagar cupos semanales a la sanguinaria organización criminal venezolana ‘Los Hijos de Dios’, que las traen al Perú con engaños y las mantienen como esclavas en casas de acogida. Luego las distribuyen en las diferentes ‘plazas’ o calles concurridas de la capital, en especial de Lima Norte.
A las que se niegan a pagar o tratan de escapar las matan de la forma más cruel. Las menores son engatusadas en su país con falsas promesas de empleo en viviendas o comercios, pero al llegar acá les quitan sus documentos y las violan.
Durante varios meses son explotadas de la manera más vil para pagar lo que la banda ‘invirtió’ para traerlas y luego entregar una suma semanal a la organización. Desde la llegada de las mafias venezolanas, Lima ha sido inundada por mujeres que ofrecen sus servicios sexuales en casi todos los distritos.
Uno puede pensar que son chicas que no quiere trabajar en fábricas o negocios y buscan la plata ‘fácil’. Pero no sabemos lo que hay detrás: son obligadas por las mafias bajo amenazas de muerte a ellas y a sus familiares en Venezuela, Colombia o Ecuador. La misma Wanda del Valle Bermúdez, ‘La bebecita del crimen’, pareja del abatido Christopher Fuentes Gonzales, ‘Maldito Cris’, manejaba a decenas de mujeres y ordenaba castigos a las rebeldes.
Estos delincuentes que malogran la vida de inocentes chicas deben recibir la más dura condena. No merecen perdón. Que los manden a prisiones en la puna, de donde nunca deberían salir. Si eres padre, cuida mucho a tus hijos:
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