Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su guiso de pavita con puré de papas, arroz, sopa de sémola y, para tomar, limonada heladita. “María, hoy es Navidad y muchos amigos de mi barrio se han ido a curar la resaca a la playa, ahora que el Gobierno retrocedió y dejó sin efecto la ‘ley seca’ o prohibición de beber licor en estas fiestas, a fin de controlar la propagación de la variante ómicron del coronavirus. Otros han armado parrillas en su casa para recibir a los amigos y brindar con algunas chelitas, aprovechando el feriado largo. A diferencia de ellos, yo la paso con mi familia. Atrás quedaron mis épocas de bohemio, las borracheras, las fiestas y los brindis. A lo mucho iré a jugar fulbito un rato y de ahí un duchazo y a ver películas con mis hijos y esposa. En estas fechas no faltan destacadas producciones como ‘El manto sagrado’, ‘Moisés’, ‘Vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo’, ‘Jesús de Nazareth’, ‘Ben Hur’ o ‘Los diez mandamientos’. Cuando era niño, nos pasábamos horas de horas viendo esos filmes, por más que los veíamos todos los años. Quedarse en casa tiene sus ventajas: no te arriesgas a contagiarte de coronavirus, no gastas plata y descansas bien para regresar al trabajo con más energía.
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No recuerdo en mis épocas de infancia que la familia entera haya ido a pasear a centros comerciales o parques de diversiones. Si salíamos era para visitar a algún tío o compadre de mis papás. A lo mucho a pasear al parque. Es que en realidad la Navidad es un tiempo para la reflexión. No se celebra cualquier fecha, sino el nacimiento del hijo de Dios. Y que haya nacido en un pobre y simple pesebre, rodeado de pastores y animalitos, y no en un palacio lleno de oro, tiene su mensaje: Dios está del lado de los que más sufren, de los pobres, de los necesitados. Claro, los Reyes Magos le llevaron mirra e incienso, pero era para celebrar que el Mesías había llegado para liberar al mundo. Anoche, cuando las agujas marcaron las 12, me di un gran abrazo con mi mujer y mis hijos. Y agradecí al Señor por tenerlos sanitos y buenos, mientras miles de hogares en el Perú y el mundo sufren porque tienen enfermitos de Covid en los hospitales. Luego de cerrar los ojos, le pedí que esta pandemia se acabe, que ya dejemos de sufrir. En el Perú más de 200 mil personas murieron entre el año pasado y este. Ya es suficiente, debemos cuidarnos y vacunarnos para estar protegidos. A los que no quieren hacerlo les pido que lo hagan por sus hijos. ¡Feliz Navidad a todos!”. Mi amigo Gary tiene mucha razón. Me voy, pásenla bonito.
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