Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pescadito frito con yuca, salsa criolla y rocotito molido. Para tomar pidió una jarrita de naranjada. “María, si realmente queremos enfrentar a la delincuencia, como lo hicimos hace más de treinta años con el terrorismo, es indispensable equipar a la Policía Nacional con la logística de primer nivel, lo que debe incluir mejor armamento, alta tecnología de investigación criminal, cientos de patrulleros equipados con Internet, motos para persecución rápida, helicópteros, drones y comisarías remozadas, dignas de un profesional de la seguridad. Eso significa inversión. No podemos enviar a nuestros agentes a pelear con bandas de sicarios, narcotraficantes y asaltantes con un tenedor en la mano. Todo se inicia desde las escuelas de policías. El domingo un programa de televisión reveló las terribles condiciones en las que viven y reciben clases los alumnos de la Escuela de Policía en Puente Piedra. Baños sucios, camas desvencijadas y escaso mobiliario. El colmo es que los padres de esos muchachos abonaron hasta cinco mil soles para que sus hijos tengan cama propia, uniforme y otros implementos, pero nadie sabe a dónde se fue la plata porque carecen de lo más mínimo para estudiar.
Dotar a la Policía de los medios suficientes debe ser una prioridad. El otro día llegaron por redes sociales las imágenes del desfile de narcotraficantes en México con sus carros de guerra, dotados de ametralladoras, lanzagranadas y otros, que eran aplaudidos por la gente de Sinaloa. No queremos llegar a eso. Desde ahorita debemos exterminar a la delincuencia organizada. Pero la realidad es espantosa. En Sullana, una ciudad de 300 mil habitantes recientemente declarada en emergencia, hay solo ¡seis patrulleros! para patrullar todos los distritos. ¿Con eso le quieren ganar la guerra al hampa? En lugar de desperdiciar la plata en talleres de ideología de género en los ministerios y colegios, inviértanla en patrulleros, fusiles y pistolas.
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