Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito de leche con frejoles, arroz graneadito y sus infaltables sarsa criolla y ajicito molido. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, ayer se celebró el Día Internacional de la Mujer’ y en muchas casas los esposos agasajaron a las ‘reinas del hogar’ con chocolates, flores y regalitos diversos.
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Cada vez más la celebración está pegando fuerte en la mente de los peruanos, para felicidad de los comerciantes que venden más productos.
En realidad es una buena fecha para homenajear a ese sector de la población que durante siglos estuvo bajo el mando de los hombres, incluso legalmente. Eran considerados seres inferiores y ni votar podían. Gracias a las luchas en el siglo pasado y en este mismo han ido conquistando espacios que les eran impedidos por un machismo radical. Era una posición en contra de la ciencia y el sentido lógico.
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Las mujeres son tan iguales como los hombres. Y pueden ser así en el trabajo, en el hogar o en la sociedad en general. Ahora las vemos en el Ejército, el Poder Judicial, la Policía, la política y hasta en profesiones antes vedadas para ellas como la Medicina y la Ingeniería. Qué bueno.
Pero hoy quiero homenajear a las mujeres abnegadas que son madres y trabajadoras al mismo tiempo. No sé de dónde sacan ganas y esfuerzo para cumplir bien en esos dos aspectos.
Ellas se levantan temprano, hacen la lonchera, el desayuno y mandan a sus hijos al colegio, y solo después se alistan para el trabajo. Y cuando regresan revisan las tareas y corrigen a los pequeños.
Claro, hay otras mujeres que tienen problemas y para ellas van estos consejos muy importantes:
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