
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín rojo con papa a la huancaína. Para tomar pidió una jarrita con hierbaluisa tibia. “María, en la madrugada de ayer, una mafia de malditos extorsionadores asesinó de un balazo en la cabeza al humilde chofer de una cúster de transporte público. La razón: la víctima se negó a pagar más cupos. Es que desde el año pasado, la empresa para la que trabajaba es extorsionada hasta por cuatro bandas. En una demostración de lo psicópatas que son los pistoleros, el asesino le quitó el celular al conductor agonizante y desde ahí envió un mensaje a sus colegas transportistas para que paguen cupos, sino les pasará lo mismo. ¿Qué hacer con esta ola criminal? Todos los días la esforzada Policía captura a bandas avezadas y a asesinos a sueldo, pero las extorsiones, sicariato, secuestros y asaltos no se detienen.
Mi opinión es que los delincuentes saben que si son capturados, el sistema, las leyes y la corrupción los van a proteger. Un fiscal los podría liberar con comparecencia, un juez darles una pena benigna y, si llega a la cárcel, allí vivirá a cuerpo de rey y seguirá con su labor delictiva. La llegada de delincuentes extranjeros desde el 2020 hizo implosionar el nivel delictivo en nuestro país. Lo hizo más sangriento, avezado y despiadado. Ahora, los hampones no dudan en matar. Incluso a niños, ancianos o mujeres. Ya perdieron todo miedo. Igual les da si los matan o los llevan a prisión. Debemos pensar en algo más. Por ejemplo, enviarlos a El Salvador, donde no tengan contacto con el exterior. Sin mujeres, televisores, celulares y acceso a la luz del sol, ya no serán los mismos. El gobierno tiene que acelerar esta propuesta. El hampa nos ha desbordado y seguirá creciendo, mientras en el Ministerio Público se pelean las dos fiscales y el Congreso está en modo elecciones 2026 y poco les importa el resto. Claro, ellos tienen seguridad las 24 horas del día, sueldazos y otras gollerías. El pueblo está indemne y no sabe cómo reaccionar. Falta un largo año para las elecciones, no podemos seguir así”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








