
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una leche de tigre poderosa y un arroz con mariscos acompañado de salsa criolla. Para tomar, un refresco de maracuyá con cubitos de hielo. “María, es penoso ver a muchos hijos ambiciosos que se convierten en enemigos de sus padres porque intentan quitarles lo que tienen. Con el argumento de que están viejos, que ya no piensan bien, hacen de todo para arrebatarles lo que consiguieron en largos años de esfuerzo y sacrificios. Al verlos ancianos, más vulnerables, en lugar de velar por su salud, por su bienestar, intentan apropiarse de sus pertenencias. Incluso, hay casos de abusivos que los botan de su propia casa.
Los padres tienen derecho a disfrutar de lo que lograron. Es vergonzoso que haya hijos que desean la pronta muerte de sus padres para quedarse con lo que les pertenece. Son personas grandes, llenas de fuerzas, que deberían ellos trabajar para conseguir sus propias cosas, carro, una casa o lo que ansíen tener. Me pongo en el lugar de esos ancianos víctimas de sus hijos cuervos y no puedo imaginar los sentimientos de impotencia, de decepción, pena y cólera que los debe embargar, porque quienes los dañan de esa forma tan indigna y cobarde no son extraños, sino su propia sangre.
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