Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una espectacular parihuela con almejas, calamares, langostinos y camarones. Para tomar pidió una jarrita de limonada tibia. “María, sigue la fuga de talentos peruanos al extranjero. Los jóvenes se van del país por miles ante la falta de oportunidades. La economía no levanta y por eso hay falta de trabajo, bajas remuneraciones y un futuro incierto. Un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que la fuga de talentos peruanos se cuadruplicó en los últimos tres años.
Los destinos son variados: Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Francia, Alemania y Gran Bretaña. Otro dato, en 2022, año en que Pedro Castillo quiso dar un golpe de Estado, cuatrocientos veinte mil nacionales dejaron estas tierras para no volver más. Entre los que se van hay gente capacitada, muchos jóvenes, cuya salida determina que nuestro capital humano, el que se queda en el país, sea menos productivo en su conjunto.
Pero, ¿por qué se van los ‘cerebros’, los más capacitados? Los científicos, expertos en tecnología, académicos, empresarios, estudiantes y profesionales de diversos campos emigran básicamente por un mejor salario, posibilidad de desarrollo profesional, crisis económica o política, mejores oportunidades de inversión y mejor calidad de vida. Pero hay otro componente: la inseguridad ciudadana.
En el Perú no solo se asalta y roba todos los días, desde hace algunos años bandas de peruanos y extranjeros han iniciado otras modalidades delictivas más peligrosas, como el sicariato, la extorsión, el narcotráfico y la trata de mujeres. Todos los días matan a alguien. Pueden ser choferes de mototaxis, pequeños empresarios o dirigentes sindicales.
Las organizaciones criminales nos han puesto en jaque. Hace poco mafias del comercio informal amenazaron de muerte, a través de un video, al alcalde de Comas porque botó de las calles a los informales. Cuando los delincuentes amenazan a las autoridades, cuando no las respetan, es que ya estamos tocando fondo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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