Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un locro de zapallo con arroz graneado y un huevito frito montado. Para tomar pidió una jarrita de linaza tibia. “María, terrible lo que pasó el lunes en el grifo Primax de Villa María del Triunfo, donde la explosión de un tanque de gas dejó un muerto, 46 heridos y alrededor de 100 casas destruidas. Tres días después, decenas de familias aún no pueden regresar a sus viviendas debido a que continúa una fuga del combustible que no se puede controlar.
Ellas tienen que soportar el frío intenso de la temporada y dormir a la intemperie, pues además se ha cortado la energía eléctrica en toda la zona por temor a una deflagración. Ojalá que esta vez el gobierno se ponga fuerte y exija una reparación civil a la empresa responsable y que los damnificados puedan reconstruir sus hogares, seriamente dañados por la onda expansiva y las esquirlas producto de la explosión.
El martes, el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, pidió la activación inmediata del seguro de responsabilidad civil que este tipo de empresas tienen ante un eventual siniestro y que se entregue dinero a las personas afectadas.
La Municipalidad de Villa María del Triunfo hizo un censo y contabilizó a 98 vecinos afectados. En otros países, los daminificados pueden hacer demandas millonarias a las empresas cuyas operaciones causan este tipo de tragedias, pues no se siguieron las recomendaciones de seguridad, más aún cuando alrededor de esa planta de gas viven miles de personas.
Esto nos debe hacer reflexionar que las entidades supervisoras, como Osinergmin, deben funcionar para prevenir estos desastres que afectan a la población civil. Es que, por versión de los mismos pobladores, no era la primera vez que se producía una fuga de gas en la planta compresora. El trabajador muerto había grabado otros incidentes cuyas imágenes enviaba a su esposa. Ya basta de este tipo de situaciones que perjudican a la población, sobre todo en tiempos de crisis económica como la actual”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
Contenido GEC