Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz con mariscos y su quesito rallado encima. Para tomar pidió una limonada fría.
“María, ciertamente las redes sociales están moldeando las mentes de cientos de miles de jóvenes en el país y el resto del mundo. Los muchachos se han pegado, como a una droga, a estas plataformas para (mal) informarse, hacer amigos, tener contacto con sus amistades, entretenerse y pasar el tiempo.
Según un reciente estudio, los adolescentes usan cinco horas al día en interactuar en sus redes sociales y solo una en estar con sus padres. Antes, uno luchaba para que los niños no salgan a la calle, ahora guerrean para que dejen los celulares y salgan a la calle. Generalmente estos colectivos afectan la visión de la realidad de los muchachos.
La influencia de los padres con toda su experiencia de vida se va reduciendo. Los chicos de ahora creen más en lo que sale en redes que en los medios tradicionales o en los adultos. Esto es muy peligroso. Estamos perdiendo a nuestros hijos de manera silenciosa. Yo creo que los papás deberían ser más rigurosos para darles estas herramientas a sus hijos. Por la excesiva libertad se están trastocando los valores. Por eso los adolescentes ahora no obedecen a los papás, son más que rebeldes y creen que lo merecen todo.
A la edad que tengo, yo no sé cuáles son los temas que abordan los chicos en esas plataformas o qué buscan. Menos qué piensan de cosas importantes como el sexo, la libertad, las drogas, la familia o los estudios. Nunca he sido un padre castrador, pero creo que no debemos perder el control de nuestros hijos en estos tiempos difíciles. Algunos consejos:
Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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