Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su sopa de menestrón, pescadito frito con yuquita sancochada, salsa criolla, ajicito molido y, para tomar, una jarrita de chicha morada, de sabor nacional. “María, la llamada ‘estafadora de las entradas’, Pamela Cabanillas, volvió a aparecer en redes y televisión para dárselas de buenita y arrepentida, mientras sigue vacacionando de lo lindo en Europa con la plata que les robó a cientos de incautos que le compraron entradas para Coldplay y Daddy Yankee falsificadas.
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Con todo desparpajo, reitera que ya se gastó toda la plata y niega que haya obtenido ganancias por más de un millón de soles, como asegura la Policía. Luego agregó: habrá unos 300 estafados más con boletos para el concierto de Bad Bunny en unos días en el Estadio Nacional de Lima. La falta de culpa y de vergüenza, porque en todas sus apariciones se ríe como si hubiera hecho una simple travesurita, grafica lo que es parte de esta generación de jóvenes.
No asumen sus faltas, solo creen en ellos, son hedonistas (les gusta vestirse bien, comer rico, viajar, comprarse aparatos tecnológicos), pero sin trabajar. Otros miles de muchachos se pasan el día en los gimnasios para modelar su cuerpo, pero dejan de modelar su mente, leer, estudiar, crecer emocionalmente. Hay otros que paran con los amigos en las esquinas, ‘lateando’ o en el parque, mientras esperan que se saquen la tinka.
Muchos padres han hecho mal al darles todo masticadito, servidito a sus hijos. Los han criado mal, sin noción de lo que son los deberes y obligaciones. Con la idea que son príncipes que se lo merecen todo. Cuando crecen, estos niños engreídos siguen con una percepción falsa de la realidad. Lo quieren todo fácil, sin que tengan que levantarse temprano, marcar tarjeta, soportar a un jefe o estudiar. Chicos, aquí les dejo algunos consejos si quieren de verdad progresar:
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