El Chato Matta llegó al restaurante por su tiradito de tilapia, arroz con langostinos y un jugo heladito de carambola. “María, ahora que hemos celebrado el Año Nuevo, se me vino a la mente la inolvidable ‘fiesta’ de fin de año a inicios de los noventa. Trabajaba en el ministerio y tenía varias rumbas para escoger, pero la que pintaba mejor era la propuesta de Charito, la ricura de Jesús María del área de Administración.
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‘Chato, la fiesta es en San Miguel, en casa de Rochi, van a estar todas las chicas de Recursos Humanos y de gerencias, ven a mi casa y de aquí nos vamos’. Sabía que tenía un enamorado desde que estaba en el colegio, el flaco estudiaba ingeniería de minas, pero estaba haciendo sus prácticas en Puno y no pudo venir a Lima. Dejó solita a tremendo mujerón.
Así que Charito iba a estar sola en el tono. No me hice muchas ilusiones con ella, pues iba a estar rodeada de ‘lobos’. Llegué a las diez a su casa con la idea de llegar a San Miguel antes de la medianoche. Pero mi amiga recién había salido de la ducha y estaba arreglándose.
‘Chatito, en el frigider hay unas cervezas, sírvete con confianza’. La flaca se demoraba. Salió hecha una reina. Ya íbamos a salir a tomar un taxi ¡¡y se produjo un apagón!! Todo Jesús María estaba sumido en tinieblas. ‘¡Malditos terroristas!’, gritó Charito.
En ese tiempo no había celulares, no podíamos llamar a Rochi para saber si había luz en su casa. ‘Chato, agarra esa radio a pilas, tal vez Radioprogramas diga si hay luz allá, y sino hay luz ¿qué vamos a hacer en esa casa?’.
El periodista empezaba a orientar a los fiesteros. Lo llamaban de todos los barrios. Miguel Humberto, no hay luz en La Perla, Mihua, no hay luz en San Miguel, el apagón era en todo Lima. Charito, una mujer práctica, prendió una vela. ‘
Matta, tengo una grabadora con buen volumen’. Con lo que íbamos a gastar en el taxi y la cuota para la fiesta compramos pilas, velas, dos cuartos de pollo y ‘chelitas’. Cuando salimos a comprar, en la puerta del edificio ella reconoció la voz de su vecina. Estaba con su esposo esperando taxi. ‘Charito, ningún carro nos quiere llevar. ¿Qué vas a hacer flaquita?’.
FALTAN CINCO PA’ LAS DOCE
‘Vamos a hacer una reunion con mi amigo. Si quieres, la pasan con nosotros’. Y así nos fuimos a comprar todos. Francamente, las dos parejas pasamos una noche inolvidable bailando con música de Gabino Pampini: ‘Jai, jai, cinco pa’ las doce el año va a terminar’.
Pese a la terrible situación por el terrorismo, fuimos felices. Ya casi de día, cuando se fueron la vecina y su marido, Charito me dio mi regalo de Año Nuevo. Estaba picada, yo le gustaba y ella a mí. ‘Mi novio tiene la culpa, yo le rogué para que viniera a Lima y él no quiso, ¡que se friegue!’. Y me besó intensamente y nos fuimos a la cama.
Pero al mediodía me cantó la firme: ‘Chato, fue una noche inolvidable. Pero sabes que me voy a casar con mi novio Luis Miguel. Quedemos como los amigos que siempre seremos y nos llevaremos este secreto a la tumba’. Me fui con una sensacion rara.
Ella era una chica moderna que sabía lo que quería y no deseaba complicarse la vida, ni perder una buena amistad como la nuestra. Sé que se casó con Luis Miguel y tienen una bonita familia”. Pucha, ese chatito también tiene sus historias. Felizmente ya no hay terrorismo y Abimael está bien muerto. Me voy, cuídense.