El Chato Matta llegó al restaurante con cara de haber tomado ron dos días seguidos. Pidió un poderoso sancochado con carne de res, choclo y ajicito molido. Para calmar la sed, se tomó una jarra entera de chicha morada. “María, este Chatito es de corazón duro en la calle, pero con mi familia soy ‘bobo’. El Día del Padre me pone nostálgico. Desde que me casé con la mamá de mis hijos, quien ha sido la única mujer que he amado de corazón, siempre traté de ser un buen padre y estar cerca de mis ‘chanchitos’.
Recuerdo que apenas nos casamos, alquilamos un cuartito con una cama y un televisor. Nada más. Mis bolsillos estaban más vacíos que los del Chavo, mi colchón tenía una sábana rota, pero era feliz a su lado. Y ella también lo era, porque nunca se quejó de la pobreza. Pero mi suegro era de avance y me ‘puso el parche’ en una. ‘Chato, soy callejero como tú, barrio y varón. Sé que amas a mi reina, pero no le juegues sucio porque yo, por mi hija, soy capaz de cualquier locura, me desgracio y como las huev… ‘. Siempre respeté a un viejo ‘jugador’ como mi suegro, pero no pude con mi naturaleza. Toda la vida me gustó la noche y la cochinadita con Pancholón, pero en la casa era un señor que se desvivía por su familia.
Ahora, pese a estar separado, trabajo día y noche por mis hijos para darles buena educación. Casi todo lo que gano es para ellos. No aspiro a que me mantengan cuando sea viejo, lo hago porque los amo. El amor de padre es distinto. Acariciar a tus hijos o darles el beso de las buenas noches es algo único. Por eso lloré entre cuatro paredes cuando mi mujer me botó de la casa. Aunque, valgan verdades, mi vida de casado era un infierno. En las madrugadas, cuando llegaba borracho, mi esposa me hacía la guerra. Sin importarle que mis niños se levantaran llorando.
Si te separas de tu pareja, no te olvides de tus hijos
Ella me decía: ‘¿Te duele que lloren? Pues, a mí me duele que vengas después de estar con tus mujerzuelas’. Se me venía encima con un palo y a arañarme la cara, pero yo jamás le levanté la mano. Solo me cubría la cara para que no juegue michi con mi cara. ‘Eso es lo que te pasa por andar con ese gordo sinvergüenza de Pancholón, ese es un cochino sinvergüenza que para con una y otra’, me gritaba. Pero Panchito no tenía la culpa de nada. Solo yo era el culpable. Me quedaba callado y me iba a dormir a mi carro. Un día, mi viejita me dijo: ‘Hijo, esa no es vida. Le estás haciendo daño a ella y, sobre todo, a tus hijitos. Sepárate si no la amas’.
Me fui de la casa como marido, pero nunca como padre. Amo a mis hijos y trato de estar siempre pendiente de ellos, pese a que ya son adolescentes. Verlos siempre y no solo por cumplir o quedar bien ante la familia, sino porque para mí es muy importante que sientan que los amo y los protejo. No entiendo a esos padres que dicen que cumplen porque mandan un dinero cada mes. No saben el daño tremendo que les hacen a sus pequeños. Todo niño necesita sentirse amado para que sea una persona de bien y con autoestima elevada.
Un tiempo me ilusioné con una flaca que me pintaba pajaritos. Fue hace varios años. Una vez le dije para ir al Parque de las Leyendas con mis hijitos y me torció la boca. Ese mismo día terminé con ella. La borré de mi vida. Primero soy papá y después amante y callejero. Salud con todos los papitos que están cerca de sus hijos”. Pucha, el Chato fue un mal esposo y es mujeriego, pero sé que sus hijos lo adoran. Me voy, cuídense.