Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su escabeche de pescado con camotito y arroz, sopa de pollo y, para tomar, limonada helada. “ (la empresa Repsol asegura que fueron 6 mil barriles), no solo ha afectado a tres distritos costeros del cono norte, inmovilizando a centenares de pescadores artesanales y provocando el cierre de playas en pleno verano, sino que poco a poco se está extendiendo hacia el norte del país.

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Hasta el viernes ya había llegado a Chancay y, según algunos expertos, en cinco días podría estar en Tumbes. Esto es realmente una desgracia. Llueve sobre mojado en el Perú. En plena crisis económica, cuando necesitamos que todos los sectores empiecen a crecer para tener dinero y puestos de trabajo, este grave daño a la ecología causará mucha pobreza y desempleo.

Por lo pronto, como dijimos, los pescadores artesanales de Ancón y Santa Rosa, que el sábado marcharon y bloquearon la Panamericana Norte pidiendo un resarcimiento económico, no pueden trabajar. Tampoco los negocios en esos balnearios, como cebicherías, restaurantes, paseos de bote, etc.

Han pasado ocho días y el problema no se aminora. Más bien se extiende. Ya deberían estar por aquí esas enormes máquinas que limpian el mar de petróleo derramado, pero las imágenes de televisión siguen mostrando a hombres recogiendo con recipientes de plástico el hidrocarburo lanzado al mar.

“GOBIERNO REACCIONÓ TARDE”

El gobierno, para variar, reaccionó muy tarde. Recién el viernes el presidente sobrevoló en helicóptero (para la foto) la zona de desastre y la primera ministra, Mirtha Vásquez, se reunió con los ejecutivos de Repsol para ver cómo se enfrentaba el daño ecológico. ¿Y el ministro del Ambiente? ¿Alguien sabe quién es?

Y es sintomático, además, que muchos políticos prestos a criticar cualquier cosa que ocurra, ahora están calladitos. Es hora de una movilización nacional para enfrentar esta calamidad. Es el mayor desastre ambiental que se conozca en la historia.

Claro que han habido otros derrames de petróleo en la selva, pero mínimos en comparación de lo de Ventanilla. Esperamos que esta semana sí se vean señales de solución. No quisiera ver que el pescado, uno de los elementos tradicionales en la mesa de los peruanos, desaparezca por un buen tiempo.

Menos mal estamos abastecidos, pero no quiero ni pensar en otra tragedia similar. Las autoridades deben ser muy rígidas con ese tema. Nunca más debe ocurrir algo así”. Mi amigo Gary tiene toda la razón. El gobierno debe hacer lo posible para solucionar ese problema. Me voy, cuídense.

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