Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un chicharroncito de pescado con yuquita frita, porción de canchita y sarsa criolla. Para calmar la sed pidió una jarrita de chicha morada. “María, la Comisión de Economía del Congreso acaba de aprobar una reforma del sistema de pensiones, que entre sus novedades incluye las llamadas ‘pensiones solidarias’ que se financiarán con dinero de los aportantes.
Esto ha sido considerado un ‘robo’ no solo por los trabajadores, sino también por especialistas. ¿O sea, yo trabajo décadas ‘rompiéndome el lomo’ para que el gobierno me quite parte del dinero y se lo dé a un extraño? Se está desnaturalizando el sistema de aportes individuales. Esa plata es nuestra y debe ser intangible. nadie puede meter la mano ahí.
Además, debemos tener libre disponibilidad para retirarla cuando lo necesitemos. En ese dictamen se eleva de 50 a 55 años la jubilación anticipada, pero no se ha tocado nada del dinero que se le paga a las AFP por administrar nuestro dinero. En estos últimos años nuestros fondos han caído de forma estrepitosa, pero las administradoras de fondo de pensiones nunca pierden. El lobby ha funcionado muy bien en este caso.
El proyecto que necesita ser aprobado en el Pleno del Parlamento y promulgado por el Ejecutivo plantea la posibilidad de ahorrar, además de las AFP, en bancos, cajas de ahorro y crédito, financieras, empresas de seguros, entre otros.
Lo más novedoso es la llamada pensión por consumo planteado por Keiko Fujimori, con los aportes provenientes por los gastos que realicen los afiliados en viajes, supermercados, hoteles o mercados y que estén sustentados con facturas.
Creemos que se ha perdido la oportunidad de hacer una verdadera reforma que beneficie realmente a los trabajadores y no responda a la presión de los lobbies. Esto necesita un debate mayor y que no se haga entre gallos y medianoche”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.