Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito a la chiclayana con arrocito graneado y ensalada. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, todos tenemos el deber de preservar el mundo para nuestras futuras generaciones. Y de embellecerlo más. Por eso no entiendo cómo hay constructoras que arrojan al mar de Magdalena desechos varios, como maderas, fierros, plásticos, ladrillos y otros, como si nuestro litoral fuera un enorme basural.
No sé por qué el alcalde Francis Allison está callado en este tema, que es prioritario. Según un reportaje de ‘Panorama’, la Municipalidad de Magdalena tramitó un permiso ante la Marina de Guerra del Perú para que se vierta ‘material limpio producto de excavaciones’ a fin de reforzar su defensa costera ante el oleaje anómalo.
Sin embargo, eso no ha ocurrido, pues además de arena se echa basura. Incluso el reportaje denuncia que los camiones pagarían cincuenta soles por cada descarga de desmonte. Ante ello, la Marina dejó abierta la posibilidad de revertir dichos permisos, ya que la autorización era solo por sesenta días. Además, se advirtió que los trabajos de ganarle terreno al mar podrían causar la modificación del oleaje.
Las autoridades deberían ser las primeras en cuidar el medio ambiente, para eso las elegimos. Deberían ejercer un control estricto y castigar a esas empresas constructoras que dañan la ecología. Hacen la fácil. En lugar de irse a lugares alejados, se van a la playa. Lo mismo debe pasar con esos carros viejos que echan humo tóxico en las calles.
Deben ser retirados del parque automotor de inmediato. También hay que castigar a los cochinos que arrojan cerros de basura a la calle, donde se pudren y atraen a millones de moscas.
La Tierra se está muriendo lentamente por nuestra culpa. Hay que cuidarla para disfrutar con nuestros hijos de los paisajes limpios y sin ruidos. Queremos que nuestras playas sean paraísos como en otros sitios. Que las calles luzcan limpias y con amplios jardines y árboles, como hemos visto en Guayaquil, Quito, Santiago o Buenos Aires.
El Gobierno, además, debe combatir la minería informal, en especial en Madre de Dios y algunas zonas de la sierra, donde depredan bosques y áreas naturales usando químicos que al verterse en el suelo no dejarán crecer ninguna planta por décadas. No todo es dinero. También debemos ser conscientes de que lo que tenemos algún día se irá si no lo cuidamos.
El Ministerio del Ambiente, lleno de burócratas, debe entrar a tallar en este asunto. Y el Ministerio Público, pues se trata, en el caso de Magdalena, de un atentado contra la ecología. No dejemos que pase lo del río Rímac, hoy un cauce maloliente y muerto, pero que en la Colonia traía peces, camarones y otras especies de consumo humano. No permitamos esto”. Muy buenas palabras. Me voy, cuídense.
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