Este Búho sigue con avidez los nuevos capítulos de la sexta temporada de ‘Game of Thrones’, una de las series más espectacular en la historia de la televisión. Luego del debate técnico que los equipos de Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski sostuvieron en Cusco, me dispuse a ver el cuarto capítulo de ‘Game of Thrones’. Me sorprendo de las coincidencias entre la realidad y la ficción.
Porque ‘Game of Thrones’, la aclamada serie de HBO, con sus dragones voladores que escupen fuego, zombis provenientes del hielo que se resisten a morir y brujas con oscuros poderes maléficos al servicio de reyes, grafica la lucha encarnizada y sangrienta por el poder que los hombres han sostenido y sostendrán a través de la historia. Justamente, pensaba en eso cuando debatían y se lanzaban pullazos el general en retiro de la Policía, Marco Miyashiro y Gino Costa. El ‘cazador de Abimael’ le dijo al exministro del interior ‘estudioso de escritorio’. O la confrontación entre el izquierdista Vladimiro Huaroc que defendía a la candidata, y la siempre guapa Mercedes Aráoz, quien fue con el pie en alto, ganándose las simpatías del voto femenino. Lucha sin cuartel por el poder. Encima, durante el debate, ya se anunciaba una ‘bomba periodística’ que amenazaba remecer los cimientos de la candidatura de Keiko Fujimori .
Después, ‘Cuarto Poder’ emitió un reportaje según el cual la DEA, la prestigiosa agencia antidrogas de Estados Unidos, investigaba una grabación encubierta donde nada menos que el secretario general de Fuerza Popular, el cuestionado parlamentario Joaquín Ramírez, afirmaría haber lavado 15 millones de dólares de Keiko, la candidata presidencial de su partido. Un día después la DEA aclaró que Keiko no está implicada en la investigación. Pero obviamente, si se llegara a escuchar ese supuesto audio, sería un tremendo escándalo que podría terminar con las aspiraciones fujimoristas de volver a Palacio de Gobierno.
La realidad siempre supera a la ficción. En la política peruana no habrá inmensos muros de hielo que protegen a las ciudades de terribles peligros, pero los intríngulis tras bastidores son dignos de las mejores series de suspenso. Por eso será que ‘Game of Thrones’ tiene tanto éxito en todo el mundo. Su libreto es el mismo, con obvios matices, en Perú como en España o cualquier otro país. Nada como la pugna por el poder para hacer aflorar las peores pasiones humanas. La ambición por gobernar a los demás, por ejercer la dominación, es sumamente adictiva.
Si no lo creen, habría que preguntarle a algún político que dejó el poder. Así esté acabado, soñará hasta su último minuto de vida con volver a tenerlo. En ‘Game of Thrones’, como en nuestra política casera, hay alianzas contranatura que sorprenden. La sangre y la brutalidad van de la mano en esta increíble producción. Uno de los héroes de la historia es el entrañable Tyrion Lannister (Peter Dinklage), un enano putañero y borracho, pero valiente y de buen corazón que, sin embargo, ¡asesinó a su propio padre! cansado de sus humillaciones y desprecios. Ningún hombre es completamente bueno, y ninguno es completamente malo. Pero en la serie no todo es realismo.
También hay fantasía en ‘Game of Thrones’. Los caminantes blancos, ‘zombis’ de la Edad Media, son el más grande peligro que se cierne sobre los siete reinos que amenaza destruirlos con su poder sobrenatural. Se trata de la eterna lucha del bien contra el mal. De la luz contra las tinieblas. Mientras los hombres, nobles y vasallos, pelean guerras absurdas, fratricidas, el peligro real, realmente mortal, está en el norte y amenaza llegarles como una estampida. Pero para contenerlos están los hombres de la Guardia de la Noche.
Muchos de ellos violadores, ladrones, asesinos y bastardos, a quienes se perdonó la vida en sus respectivas ciudades a cambio de vestir para siempre ‘el negro’, el uniforme que los identifica, en el destierro de los confines del mundo conocido. La suerte de gran parte de la humanidad está en las manos de esos hombres brutales y valientes que deben resguardar el muro de seres extraños como los gigantes, aún a costa de su propia vida. Una tarea durísima que nadie más está dispuesto a realizar. Definitivamente, una serie para reflexionar sobre las virtudes y más grandes defectos de los hombres. Apago el televisor.
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