Este Búho sintió un estremecimiento en todo el cuerpo cuando leyó la noticia. El pasado domingo 7, una romántica pareja, como para alejar las malas vibras de ese día, considerado por algunos como de ‘mala suerte’, no tuvo mejor idea que pasear por los solitarios acantilados de Pasamayo.
El asunto es que encontraron una maleta grande. La abrieron y gritaron de espanto. Habían visto el cadáver de una mujer en descomposición. Parecía el inicio clásico de una de mis series favoritas: CSI Miami. Y hasta imaginé que llegaban al brumoso serpentín el pétreo y poco locuaz detective Horatio Caine y sus lugartenientes Calleigh Duquesne, experta en balística y Eric Delko, especialista en fibras. Pero no. Esa tarde rodearon el lugar un enjambre de ‘tigres’ de Homicidios.
Especulaciones de la prensa señalaban que podía ser la española-ecuatoriana desaparecida en Cusco. Los medios del norte pensaban que era una trujillana no habida. Una hipótesis más creíble, a decir por el estado del cuerpo, indicaba que era el cadáver de la canadiense desaparecida el 26 de noviembre del 2016 y por el cual su esposo, un médico, está recluido en un penal.
El incólume detective Caine (notable actor David Caruso) hubiese sentenciado: ‘Lo más importante es que encontramos el cuerpo’. Claro, porque hay un tipo de homicidas que pretenden cometer ‘el crimen perfecto’. Este es aquel que nunca se resuelve, porque jamás se encuentra el cuerpo. Incluso, la familia de la víctima quiere creer que su ser querido fugó para vivir otra vida.
Es más, en otra notable serie de criminalística, ‘Detectives médicos’, hubo el caso de un esposo que denunció las desapariciones de sus tres esposas. Una se borraba de la faz de la tierra y al tiempo él se casaba con otra, y así sucesivamente. Cuando quiso ‘borrar’ a su cuarta mujer, lo descubrieron. Los ‘tigres’ de Homicidios emularon el trabajo de CSI Miami, de la sensual agente Natalia Boa Vista, que se encargaba de visitar la casa de los familiares de las posibles víctimas, en este caso, un grupo de angustiados familiares de las desaparecidas en los últimos tiempos. Allí se dio el descarte. Comprobaron, al analizar los restos, que a la mujer la asesinaron hace tres meses.
Después de un trabajo estadístico, la ‘Boa Vista’ de la Dirincri informó que una joven de 26 años, Vilma Evangelista Cruz Pinedo, una aspirante a cantante folclórica, había desaparecido luego de salir de la casa en San Juan de Lurigancho donde trabajaba como empleada del hogar. El principal sospechoso es su enamorado, un tal ‘Cajacho’, con quien ella estuvo en Magdalena recogiendo fotografías.
Las empleadas lo reconocieron y ahora es buscado intensamente por la policía. Este caso, resuelto rápidamente por los ‘sabuesos’ de nuestro país, no tiene nada que envidiarle a los héroes de las series de televisión como Horatio Caine o el gran detective David Rossi (Joe Mantegna, de Criminal Minds).
Todo esto me recuerda a ese terrible caso del ‘asesino de la maleta’, William Trickett Smith II, el norteamericano que mató a su bella esposa trujillana de 21 años, Jana Gómez. Este episodio fue alucinante. El gringo, hijo de un prominente político presidente del Partido Republicano de su ciudad, le sacaba la vuelta a Jana con una traductora limeña que había llegado de Italia. La sospecha de los detectives era que la amante había participado en el crimen. Pero como en las series de los Estados Unidos, el fiscal necesitaba testimonios claves para encerrar de por vida al asesino y, mismo CSI, pidieron a la mujer que ‘cante todito’.
Ella contó que por e-mail el gringo le preguntó dónde comprar formol. Luego, un día la llamó y le pidió que lo acompañe a cenar a Miraflores, pero en el trayecto desvió el carro a Chorrillos. Sacó una maleta y le dijo: ‘Mañana me voy a mi país, es costumbre nuestra tirar la maleta de ropa y documentos como símbolo de buena suerte’.
Tomaron una lancha en el muelle y a los quince minutos de travesía, el asesino le dijo al pescador: ‘¿Cuántos metros hay de profundidad?’. ‘Treinta y cinco’. Y lanzó la maleta persignándose para la ‘buena suerte’. Todo le hubiera salido de mil maravillas, porque al desaparecer su esposa, fue donde sus suegros a decirles el cuentazo de que ella lo engañaba con un trujillano macetón. Sin embargo, el terremoto de Pisco del 2007 destruyó su cuento, pues como el sismo tuvo como epicentro el mar, todo el litoral se removió y sacó a flote la maleta, que terminó varada en la playa ‘Las Sombrillas’.
El cuerpo descompuesto aún tenía un tatuaje de mariposa en el hombro. Por eso cayó el asesino. El gran detective Horatio Caine diría lacónicamente: ‘Gracias a una bella mariposa cayó un horrible monstruo’. Apago el televisor.