Este Búho ya está harto, como millones de padres de familia del país, de que verdaderas lacras de esta sociedad cometan los más horrendos crímenes contra indefensas niñas y niños, como el asesinato de Jimenita, una inocente pequeña de once años que fue raptada cerca a una comisaría, posiblemente ultrajada y luego asesinada y su cuerpecito abandonado y quemado.
La policía ya capturó al principal sospechoso, César Augusto Alva Mendoza, quien registraría dos denuncias por violación y otras por venta de drogas, robo y agresión. A este ser despreciable se le observa llevándola en su bicicleta a la niña, en la última vez que se le vio con vida. La angustia terminó cuando la encontraron muerta y calcinada. Pero este caso no puede quedar ni impune ni cerrado. Aquí hay varias autoridades, tanto policiales como políticas, que ignoran olímpicamente estas tragedias como si las víctimas fueran de segunda categoría, y siguen enfrascadas en absurdos enfrentamientos, cual líos de comadres, en el Congreso, ya sea a favor o en contra del ‘Chino’ y Kenji. Estupideces. ¡Por favor! El reclamo del pueblo es otro, pues pide una lucha contra la inseguridad ciudadana, cosa que obvian los parlamentarios porque ellos cuentan con resguardo policial las 24 horas del día. Aquí dejamos algunos puntos a tener en cuenta:
- VACACIONES DE TERROR: Es inadmisible que una niña asista a las vacaciones útiles de una comisaría de la Policía Nacional y termine muerta. El padre la dejó casi en la puerta del recinto. ¿No había un efectivo para recibir a los niños? El presunto sospechoso fue capturado en Ica. Ese viaje acentúa las sospechas, pero también el ministro del Interior debe explicar por qué los policías, como denunciaron los familiares de la menor, no les prestaron ayuda en las horas posteriores a su desaparición. “Yo tuve que gastar de mi dinero para conseguir la grabación de las cámaras de las afueras de la dependencia policial”, dijo el padre de Jimenita. Ninguna autoridad del Ministerio de la Mujer, del Gobierno o congresistas asistieron a acompañar a los familiares que reclamaron justicia. Una actitud que pinta de cuerpo entero a una clase política que vive de espaldas a las necesidades más importantes de los ciudadanos.
- DELINCUENTE ‘AMIGO’ DE POLICÍAS: La comisaría debería deslindar o aclarar por qué el sospechoso trabaja como ‘informante’ o ‘datero’ de los policías y tendría acceso a los ambientes donde los niños hacían sus trabajos manuales. Si eso es cierto, se trataría de una grave irresponsabilidad por dejar ingresar a un violador al recinto policial.
- PIDEN PENA DE MUERTE: Estas bestias constituyen solo un eslabón en una cadena siniestra que no tiene cuándo acabar. Esos desalmados asesinos terminan en la cárcel, donde viven del dinero de los contribuyentes. Pero varios hombres de política se apresuran a decir que ‘la pena de muerte es una medida populista’. En estos tiempos donde se ha sido testigo de tanto salvajismo, eso me parece un cliché totalmente ajeno a una realidad terrible. Que se vea a uno de estos depravados recibiendo una inyección letal o una castración química y en ese momento se comprobará si otros miserables van a atreverse a vejar a mujeres, niñas y niños con tanta facilidad. En estos tiempos de violencia irracional, algunos políticos deberían cambiar y sacarse el mote de considerarse muy correctos al oponerse a la pena capital, para convertirse en ciudadanos realistas y con los oídos abiertos a los reclamos de las mayorías del país. Y si la Corte Interamericana se opone, pues rompamos de una vez. En Estados Unidos, por ejemplo, varios estados aplican la pena capital. ¡Ya basta! Apago el televisor.