Este Búho recuerda que al recibir el nuevo año 2020 brindé pensando que sería mejor que el anterior. Ingenuamente, esperaba que se consolide nuestra democracia para que llegáramos al 2021, ¡el año del Bicentenario de nuestra Independencia!, con gobernabilidad e instituciones fortalecidas. Pero solo fueron sueños de opio. En un año y medio nos hundimos y no podemos echarle toda la culpa solo a la maldita pandemia.
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En las Elecciones Generales 2021, a la segunda vuelta llegaron los dos peores candidatos, con mayor rechazo de la ciudadanía y con tremendos ‘chicharrones’. De esa confrontación entre estos dos personajes no podía salir nada bueno.
Terminamos como un país dividido en una guerra electoral fratricida, un Perú sumido en el caos, en el desgobierno y en el colmo, faltando quince días para el 28 de julio, aún el Jurado Nacional de Elecciones no proclama al ganador por tantas irregularidades.
Francamente, el panorama es tenebroso. Todo indica que Pedro Castillo será proclamado como nuevo presidente contra viento y marea, en medio de un Perú donde la economía está sufriendo efectos negativos, como la alarmante subida del dólar y el alza del precio de los artículos de primera necesidad.
¿Por qué razón? Por la incertidumbre que genera que el futuro presidente no hable con la prensa y no exponga sus planes de gobierno. Ni con quiénes piensa gobernar.
Eso genera especulaciones y la disparada del dólar. Y lo que es peor, lo poco que se ha dignado expresar son incoherencias y graves contradicciones. Un día dice que va a respetar la Constitución, pero al día siguiente pone como primera prioridad de su gobierno proponer una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución con todos los impedimentos legales y las broncas que esto implica, cuando el pueblo lo que quiere, como primera prioridad, es que el nuevo gobierno reactive la economía y genere empleo, culmine con la vacunación y se inicie una verdadera revolución en el sector salud y educación.
Un personaje siniestro como Vladimir Cerrón, presidente del partido que llevó al profesor como candidato, comunista convicto y confeso, admirador del miserable régimen cubano, se encarga de enmendarle la plana.
Cuando Castillo se levanta con el pie derecho y anuncia que propondrá a Julio Velarde, actual presidente del Banco Central de Reserva, que continúe en su cargo, a las horas, Cerrón se reúne con toda la futura bancada de Perú Libre y anuncia que ningún funcionario ‘guardián del modelo actual’ tendrá cabida en el futuro gobierno.
¿CON QUIÉN PIENSA GOBERNAR PEDRO CASTILLO?
¿Con quién en realidad piensa gobernar Castillo? Primero dejó que Pedro Francke, izquierdista de tendencia más moderada, de Juntos por el Perú, hable en su nombre como un probable ministro de Economía.
Pero después del veto de Cerrón a todos los ‘cuadros de Juntos por el Perú’, Castillo ahora se reúne con Alonso Segura. Esa opción la verían con buenos ojos el gremio empresarial y los inversionistas internacionales. ¿Pero qué dirá Cerrón? ¿También lo vetará?
Algunos personajes de Juntos por el Perú que se relamen los labios ambicionando ocupar algún cargo importante en el nuevo gobierno, pero que no lo conocen bien, se atreven a decir ‘el profesor tiene carácter’. Pero quienes lo conocen desde sus épocas de agitador magisterial aseguran que el chotano tiembla ante las amenazas de Cerrón y Antauro Humala.
Castillo tiene pesadillas viéndose, como Vizcarra, sin partido, solitario y vacado. Porque las bancadas de Keiko y Renovación Popular le van a hacer la guerra desde el 28 de julio, como a PPK. Otro de los motivos por los que el posible presidente no corte su cordón umbilical con lo más recalcitrante y radical de la política peruana es que la candidata naranja, Keiko Fujimori, denuncia favoritismo hacia Castillo.
El asunto no podría pasar de una confrontación doméstica si no fuera porque nuestro premio Nobel, Mario Vargas Llosa, ha expresado públicamente, en el extranjero, la misma tesis de que Castillo no habría ganado limpiamente. Y la opinión del escritor en las altas esferas de la política internacional sí tiene peso. En medio de toda esta desgarradora crisis política, esta maldita pandemia y la indiscriminada alza de precios y del dólar.
Como siempre, el pueblo paga los platos rotos y Pedro Castillo hace la de Shakira: ‘sordo, ciego y mudo’. Apago el televisor.
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