Este Búho habrá nacido de noche, pero no anoche. Considero envenenada esa carta suscrita por cuatro científicos sociales norteamericanos que le enviaron al Secretario de Estado de Estados Unidos pidiéndole que no extraditen a Alejandro Toledo. A pesar de que entre los firmantes aparece un reconocido Francis Fukuyama, se comenta que el autor de la misma sería un ‘peruanólogo’ de la Universidad de Harvard, quien escribe artículos en un diario local con inocultables simpatías por la izquierda que apoyó a Pedro Castillo.
Te va a interesar: Guillermo Cabrera Infante, el calvario de un escritor cubano
Resulta increíble el tremendo doble rasero que manejan los camaradas. Tan implacables para castigar al corrupto Alberto Fujimori que renunció por fax y huyó a Japón. Hasta Toledo -ironías del destino- utilizó a la Asamblea General de las Naciones Unidas para reclamar al Japón que acceda al pedido de extradición por delitos graves, entre otros ‘por casos graves de corrupción’.
Ahora la izquierda tan ‘justiciera’ con el ‘Chino’ asume el papel de ‘complice’ con el ‘Cholo de Cabana’. Tal vez sea para pagarle los favores por los ministerios y las asesorías que les dio. ¿Miedo de lo que pueda declarar e incriminar a miembros de su gobierno?
El país se alegró de que al fin Toledo dejará de emborracharse y hacer escándalos en bares de California y vendrá al Perú a rendir cuentas, pero resulta inaudito y hasta insultante para la palabra justicia que estos académicos traten de evitar que un sinvergüenza que se embolsicó ¡34 millones de dólares! de las constructoras brasileñas Odebrecht y Camargo Correa, según lo delataron sus propios altos funcionarios, rehúya a la ley y siga dándose la gran vida.
Las coimas pagadas a Toledo se la cobraron los corruptos brasileños a las arcas fiscales peruanas, sobrevaluando escandalosamente obras faraónicas como la Interoceánica.
El delito del ‘sano y sagrado’ es doble, pues con ese dinero se pudieron construir y reparar cientos de colegios y hospitales en todo el país; sin embargo, lo peor son los argumentos esgrimidos para proteger a la ‘rata’ de la ‘chakana’, que son los mismos que usa la izquierda internacional por boca del lenguaraz Manuel López Obrador para defender el golpe de Pedro Castillo.
‘En el país hay una profunda brecha entre peruanos de origen indígena.. .y peruanos de origen europeo’. ¿Y eso qué tiene que ver para juzgar un delito? ¿O sea porque Toledo es cholo se le tiene que perdonar sus raterías? ¿Porque Castillo es profesor de Chota es inimputable por dar un golpe de Estado?
La izquierda no dijo nada ante las denuncias contra Pedro Castillo
La izquierda no dijo nada ante las denuncias que salían cada semama. Pienso que ahora hay un racismo al revés. Al ‘cholito’, al ‘serranito’, según estos estudiosos, hay que perdonarlos o justificarlos porque provienen del sector marginado. ¡¡Por favor!! Al contrario, esos expresidentes hundidos en montañas de corrupción traicionaron la confianza del pueblo, cometieron doble delito.
Los intelectuales gringos no quieren que proceda la extradición. ‘Cualesquiera que sean los argumentos legales para la extradición –afirman-, creemos que hay derechos humanos y consideraciones humanitarias que deben, de acuerdo con nuestros valores democráticos, anularlos’.
¿Qué cosa? Una decisión de ese tipo se otorga solo a personas con enfermedades terminales, muriendo en una prisión. Toledo no tiene nada de eso. En California es un habitué de la vida nocturna...
‘Tiene 77 años, problemas de salud y dependencia a los medicamentos’, argumentan, para que no vaya a una prisión preventiva. Si son tan humanitarios por qué no se fijan en la situación de Fujimori que tiene 84 años, con complicados problemas de salud y con más de quince años en la cárcel. Pero lo peor es el punto que está en lo referido a la justicia peruana.
Estos ‘cuatro mosqueteros de la democracia’ sostienen que por los ‘servicios prestados’ por Toledo a la democracia en el continente, no debe ir a prisión. Esa idea es errónea, la valoración política jamás podrá reemplazar a la justicia si se comete un delito.
‘Sus instituciones jurisdiccionales han sido corrompidas y están peligrosamente politizadas’, sostienen. Y aquí radica el meollo del asunto. El caso Toledo es solo un globo de ensayo. El objetivo es descalificar a la justicia peruana y al Ministerio Público a nivel internacional, para que prospere el objetivo principal: La liberación del corrupto Pedro Castillo con los mismos falaces argumentos. Apago el televisor.