Este Búho se queda impresionado con las novedades que se presentan en el Congreso Mundial de Móviles, en España. La innovación que presentan algunos de los gigantes tecnológicos de la telefonía pasa por la mejora de las cámaras o la creación de un diseño singular, como ese celular que se dobla como una plastilina.
Por citar un caso, el teléfono Nubia z60 Ultra tiene tres cámaras de 18 píxeles, 33x y 120x y además permite grabar en 4k. Samsung la mezcla con inteligencia artificial y de esa forma se pueden editar las fotografías: hacer las personas más grandes, más pequeñas, acercarlas a la cámara o hacerlas desaparecer.
Xiaomi no se quedó atrás y fue más allá. Presentó su primer coche eléctrico. Pero el auto que había generado la máxima expectativa y no acabó de convencer a los asistentes ha sido el Alf Modelo A Flying car. Se supone que es el carro volador, pero nadie lo ha visto elevarse ni un centímetro del suelo.
La inteligencia artificial dominará al mundo, aseguran los expertos. Lo cierto es que puede facilitar la vida de los humanos, pero ya mentes siniestras la utilizan para el mal, como sucedió hace unos meses en un colegio particular. Un grupo de alumnos distribuyó cuerpos desnudos o con tanguitas, con los rostros pegados de doce colegialas.
Estos montajes eran vendidos en Instagram o Facebook y obtenerlos costaba desde 20 soles. El lado más siniestro de la Internet tiene un nuevo pasatiempo cuando se detectó el uso de la inteligencia artificial para cambiar las caras de las actrices porno por las de celebridades o amigas suyas.
Los resultados son muy convincentes para crear porno falso con caras de archifamosas. Las primeras víctimas fueron la actriz Scarlett Johansson y la cantante Taylor Swift. Pero después se comenzaron a hacer montajes de personas cotidianas, la vecina o la enamorada de tu amigo o enemigo.
Un paso siguió a otro y llegó lo inevitable. Algún avispado creó una aplicación para hacer negocio de la maldad. Estos fotomontajes o videos son conocidos como ‘deep fakes’ (falsificaciones profundas) y son una nueva frontera para la pornografía no consentida.
Este columnista bendice los adelantos tecnológicos y me precio de ser un testigo privilegiado al haber transitado por el periodismo en su prehistoria, en su modernidad y en la revolución de las tecnologías.
Ingresamos jovencitos a las redacciones de los periódicos, donde escribíamos en gigantes máquinas de escribir con cintas y papel carilla. Esa escuela venía desde principios del siglo pasado. Nada cambió hasta fines de los ochenta, en que llegó la modernidad con la computadora, primera gran revolución. Adiós papel carilla, cintas de máquina.
Pero aún no había celulares y menos Internet o YouTube. Eso vendría después, en el nuevo milenio. En comunicaciones estábamos atrasados. No había smartphones ni Internet. En las comisiones salíamos a llamar por teléfono con nuestras fichas ‘rin’.
Si queríamos investigar una noticia, nos sumergíamos en el archivo de la Biblioteca Nacional para ver periódicos antiguos. No existía Google ni Wikipedia. Cuando no había movilidad, por escasez de gasolina, nos íbamos en micro. Recuerdo que nunca nos quejábamos pese a las duras condiciones de trabajo. No había Canal N, así que teníamos que salir a cubrir las noticias y no verlas, como hoy lo hacen algunos, desde una cómoda redacción.
Cuando uno salía a una comisión en el exterior no es como ahora, que de tu laptop con Internet mandas tu columna a tu diario. Lo mismo hace el fotógrafo desde sus cámaras digitales. Por ejemplo, cuando me tocó cubrir la final de la Copa Libertadores entre Cruzeiro y Cristal en Belo Horizonte (1997), después del partido escribí en la redacción de un diario de la ciudad mi crónica y la mandé por fax.
Mientras el gráfico que tomó las fotografías en el estadio volaba a ese periódico que nos apoyaba y revelaba los rollos y después escogía algunas y las enviaba por telex. Era un chambón estresante, había que salir volando del estadio. A veces los policías nos escoltaban, como sucedió aquella vez en Brasil.
Al día siguiente nos regresábamos a Lima. Escribí una crónica en el avión a lapicero y cuando bajamos a hacer escala en Sao Paulo la mandé por fax a Lima y salió publicada al día siguiente.
Hoy una laptop y una cámara digital y ‘san Internet’ nos ahorran todo el trabajo. Vivimos épocas de una revolución tecnológica en las comunicaciones sin parangón. Los diarios digitales, con sus ediciones en tiempo real, videos y programas en vivo son un medio de comunicación completo: con prensa, radio y TV al mismo tiempo.
Uno nunca dejará de resaltar el papel de las tecnologías. Aunque algunos estén utilizando la inteligencia artificial para hacer maldades que no deben quedar sin castigo. Apago el televisor.
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