Este Búho está convencido de que los índices de la delincuencia en el país crecen cada día y son alarmantes. Lo grave del tema es que no se ve una reacción contundente del gobierno de Dina Boluarte, un plan de emergencia a gran escala para proteger a la población. Miles de pequeños negocios son extorsionados a diario. Así no hay país que pueda salir adelante. La presidenta está en piloto automático.
Los criminales se han vuelto más sanguinarios, sobre todo por la presencia maligna de las bandas venezolanas exportadas por Nicolás Maduro, que no dudan en matar y descuartizar a sus víctimas o filmar los crímenes a mujeres y ‘trans’ que se niegan a pagar cupos.
Las cárceles como Sarita Colonia, Lurigancho o Castro Castro parecen hoteles para quienes manejan dinero y se puede conseguir licor, droga, celulares, televisores plasma y hasta mujeres. Por esta razón no sorprende que el congresista Alejandro Muñante haya presentado una propuesta para la reconstrucción e implementación de la isla penal El Frontón, dado el hacinamiento de las cárceles del país.
Su historia es tenebrosa y sangrienta. Ingresemos al túnel del tiempo. La cárcel se edificó en la pequeña isla que se encuentra al costado de la isla San Lorenzo, a siete kilómetros de la costa del Callao. Durante la colonia fue utilizada como refugio de piratas y filibusteros que intentaban saquear el puerto del Callao.
Así, junto a la isla San Lorenzo, fue lugar de descanso de la flota española que intentó invadir el Callao en 1865, durante la guerra con España. En 1917, durante el segundo gobierno del presidente José Pardo, se construyó en esa isla de un kilómetro una prisión para encarcelar a los más avezados y peligrosos delincuentes.
A El Frontón sus presos lo conocían como ‘El Cerro’. Las correntadas traicioneras que rodeaban al banco de arena conocido como ‘el camotal’ hacían que cualquier preso que intentara fugar terminara absorbido por la corriente y muriera ahogado.
El expresidente Augusto B. Leguía, luego de ser derrocado y condenado, fue enviado al ‘Cerro’. Las dictaduras de Benavides y Odría también llenaron sus mazmorras de militantes apristas y comunistas.
Hasta el dueño del diario ‘La Prensa’, el acaudalado Pedro Beltrán, junto a varios de sus periodistas, también fue preso y pasó unas ‘vacaciones’ en la isla, al igual que el entonces joven candidato progresista Fernando Belaunde Terry, quien gobernó dos veces el Perú. El arquitecto permaneció encerrado doce días, a inicios de los años sesenta, por encabezar en Arequipa una manifestación contra el segundo régimen de Manuel Prado Ugarteche.
Por esa temible cárcel también pasó Luis D’Unián Dulanto, el célebre ‘Tatán’, el hampón más famoso de la década de 1950, quien conquistó el corazón de muchas mujeres por su elegancia y ‘caballerosidad’. Cuentan que el delincuente de Barrios Altos mató en la isla al preso ‘La Samba’, cuando este se encontraba durmiendo. Le echó kerosene y le prendió fuego. Nunca se supo por qué lo asesinó.
De ahí fue llevado a la Cárcel Central de Varones (Panóptico) para ser juzgado y cuando llega ‘La China Peralta’, un ladrón y asesino homosexual, amante de ‘La Samba’, mata a cuchillazos a ‘Tatán’ y es enviado de castigo a El Frontón. Luego, uno de los lugartenientes de ‘Tatán’, el ‘Gavilán’ Cortez, comete un asalto a propósito para que lo envíen a la isla. Y en un duelo a sable, mata al peligroso homosexual. Es la ley de los criminales.
Pero, sin lugar a dudas, el suceso que más recuerdan los peruanos sobre El Frontón es el motín de los presos del grupo terrorista Sendero Luminoso, el 18 y 19 de junio de 1986, en el primer gobierno de Alan García. Todo empezó en el llamado Pabellón Azul de los senderistas, donde los subversivos tomaron de rehenes a varios guardias republicanos del penal, les arrebataron sus armas de fuego y se atrincheraron en los túneles, trincheras y fortificaciones que durante meses habían construido con total impunidad.
Fue en ese momento que la Marina de Guerra, cuya base está muy cerca de El Frontón, los conminó a rendirse y los subversivos respondieron con las armas de los republicanos y causaron una baja entre los marinos.
Entonces el presidente García dio la orden de atacar. Las fuerzas del orden utilizaron dinamita, bazucas, granadas y explosivos de alto poder. El enfrentamiento duró horas y fue muy bien recreado en el filme ‘Alias la Gringa’ (1987), de Chicho Durand, con Germán Gonzales.
Terminó con la muerte de cinco marinos y 118 terroristas y 34 subversivos capturados. Hoy la isla solo es vista desde lejos por los turistas, quienes aseguran que se oyen cánticos fantasmales provenientes de sus muros derruidos. Apago el televisor.
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