Este Búho lee una noticia que lo deja impactado. Se reveló que el pasado 4 de febrero la Policía de Qatar le tendió una trampa al mexicano Manuel Guerrero Aviña, a través de Grindr, una aplicación de citas gratuita al servicio de la comunidad homosexual. Resulta que un hombre lo cita para un encuentro en un lugar de Doha. Al llegar, varios agentes vestidos de civil lo detuvieron y posteriormente le sembraron droga para justificar el arresto, según denunciaron sus familiares.
Fue condenado a seis meses de prisión, pero ante la presión internacional se informó que saldría libre después de pagar una multa. Como se sabe, el Código Penal de Qatar tipifica como delitos una serie de conductas sexuales consentidas entre personas adultas del mismo sexo.
Castigan con prisión cualquier acto que consideren de ‘sodomía’ y ‘perversión’. Ya hablaremos más de ese tema. Pero me entero también que cada vez son más las modalidades de ‘burriers’, especialmente europeos, que caen en el aeropuerto Jorge Chávez. Esos narcotraficantes se van de frente a Sarita Colonia, el penal más hacinado del Perú, donde cuatro o cinco y hasta ocho reos duermen en un solo cuarto. Malogran su vida para siempre por unos cuantos sucios miles de dólares.
A este Búho se le vienen a la mente algunas de las películas sobre presidios que más lo han impresionado. En 1978, el inglés Alan Parker, el mismo que dirigiera ‘The wall’ y ‘Bird’, presentó ‘Expreso de medianoche’ (Midnight Express). El filme tenía como tema central la terrible estancia de un ‘burrier’ norteamericano en un penal de Ankara, Turquía.
El nombre de la cinta lo adopta porque había un tren en Europa que recorría medio continente para llegar hasta ese país. En este tren, Billy Hayes llega a la puerta de Asia con el objetivo de comprar dos kilos del mítico hachís turco. Pensaba hacer el negocio de su vida, pero lo único que logró fue vivir un terrible calvario.
A fines de los 70 todavía se vivía la resaca de la época hippie y la juventud consumía mucha marihuana, pero una versión más dura, el hachís, hacía furor y se vendía a precios prohibitivos, pues llegaba desde el norte de África y países asiáticos como Turquía. Los norteamericanos y europeos que se aventuraban a viajar a este país para comprar esta droga sabían que se exponían a sufrir carcelería aún si los sorprendían con cantidades para su consumo.
Por otra parte, sus prisiones eran similares a penales como Lurigancho o el desaparecido Carandiru, en Sao Paulo. El filme sensibilizó al público norteamericano que hizo de su burrier un héroe. Un celador se enamora de él y lo ayuda con tal de acostarse. Al final no aguanta su furor e intenta violarlo. A un paso de volverse loco, Billy lo mata y fuga con el uniforme de su víctima.
El filme le dio su primer Oscar a un gran guionista, Oliver Stone, que devendría en un reputado director. La película ganó dos Oscar y obtuvo cinco nominaciones con solo 2 millones de dólares de presupuesto.
El filme fue una mina de oro y los gobiernos del primer mundo intentaron utilizarlo para hacer campañas contra el consumo de drogas. Pero en las universidades la película servía para que los siniestros vendedores de drogas les digan a sus clientes ‘no se arriesguen como Billy, esperen que nosotros les llevemos el producto a la puerta de su casa’. Increíble. Los que no la han visto, a buscarla en streaming. Apago el televisor.
MÁS INFORMACIÓN:
Contenido GEC