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El caso ‘Watergate’

La prensa calificó como ‘Swingate’ el escándalo por los recientes audios del presidente Vizcarra y en clara referencia a este nombre, el Búho recordó el sonado caso ‘Watergate’ de los Estados Unidos
El legendario periodista Carl Woodward.

Este Búho reflexionó cuando se enteró de que al escándalo por los audios del presidente Vizcarra por las visitas del ‘gelatinoso’ e impresentable criollo Richard Cisneros, la prensa lo denominó ‘Swingate’. Muchos peruanos no estaban enterados de que este calificativo tenía que ver con el tristemente célebre caso ‘Watergate’, que terminó con la renuncia del presidente norteamericano Richard Nixon llorando ante las cámaras de TV, en 1974. Este hecho inspiró la laureada película ‘Todos los hombres del presidente’ (1976), con Robert Redford y Dustin Hoffman como los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, quienes destaparon todo y sacaron un libro sobre el tema con el mismo título.

TODO COMENZÓ CON UN ‘ROBO’: Dos años antes de su renuncia, el diario ‘The Washington Post’ publicó una noticia que parecía un simple hecho policial. Cinco hombres, uno de los cuales afirmó ser un antiguo empleado de la CIA, fueron detenidos de madrugada cuando intentaban violentar una oficina que funcionaba como local de campaña del Partido Demócrata en el edificio Watergate. Esa información, que pasó casi desapercibida para los lectores, puso al borde de un ataque de nervios nada menos que al presidente Richard Nixon, del Partido Republicano, que sabía mucho sobre ese ‘robo’.

DOS PERIODISTAS ‘NOVATOS’ HÉROES': Sin embargo, los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein, del ‘Post’, de a pocos, armarían una colosal investigación que puso en la mira a las más altas autoridades y funcionarios del gobierno y al final ocasionaron la caída del mandatario, que se fue por la puerta falsa ante las evidencias de sus delitos. Este hecho histórico inauguró una etapa inédita en la historia de la prensa: dio origen a la época del periodismo de investigación, conformada por legiones de ‘tigres’ perseguidores implacables de las corruptelas gubernamentales a todo nivel.

NO ERA ROBO, ERA ‘CHUPONEO’: La investigación partió cuando Woodward fue a cubrir la audiencia preliminar de los cinco ‘rateros’, varios de ellos de Miami, detenidos in fraganti en las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate de la capital federal. El periodista se sorprendió e interesó cuando escuchó que uno de ellos ¡¡era consejero de seguridad de la CIA!! Se llamaba James W. McCord Jr. También le llamó la atención que otro de los arrestados dijese que todos eran ‘anticomunistas’ de profesión, no rateros, y estaban allí para colocar micrófonos en la oficina del Partido Demócrata.

CAEN LOS ‘GRANDAZOS’: Cuando supieron que McCord era el coordinador del comité para la reelección del presidente Nixon vieron que había ‘harta carne’ y descubrieron que conexiones entre el detenido y personajes muy cercanos a Nixon, esos que solían resolverle los problemas más desagradables. El jefe de Estado negó las acusaciones, aunque por lo bajo intentaba comprar el silencio de los detenidos con el pago de miles de verdes. Pero el escándalo creció y el jefe de campaña de Nixon, John Mitchell, dimitió. Para entonces, Bernstein estaba en Miami investigando la conexión de los detenidos y encontró que parte del dinero que la Policía les había decomisado procedía de donaciones para la reelección del mandatario.

EL ENIGMÁTICO ‘GARGANTA PROFUNDA’: Pero la fuente que los orientó en su peligrosa investigación y les corroboraba o negaba los datos que obtenían fue un personaje al que llamaron ‘Garganta profunda’ (nombre de una popularísima cinta porno de la época). Durante más de 35 años el mundo nunca supo su verdadero nombre. Bob Woodward lo guardó fielmente en el anonimato. Solo Bob se encontraba con él de madrugada, en los lugares más insospechados: si se descubría que ‘Garganta profunda’ era su informante, podría ser desaparecido de la faz de la tierra. Woodward y el editor Bradlee mantuvieron su identidad en secreto durante décadas. En 2005, 33 años después del inicio del caso, la familia de ‘Garganta profunda’, que se encontraba muy enfermo, daría a conocer su identidad a la revista ‘Vanity Fair’: se trataba del ¡¡director asociado del FBI de la época, Mark Felt!! Todo un patriota.

LA VENGANZA DEL PRESIDENTE: Nixon arremetió entonces contra el periódico, amenazando a las empresas anunciantes con ‘apretarlas con pagos de impuestos’ si colocaban publicidad en ‘The Washington Post’. Pese al escándalo, Nixon fue reelegido, pero el periódico continuó publicando sus investigaciones. Al final, fue acorralado por las delaciones de sus principales colaboradores, de los asaltantes al local de Watergate y con la investigación del ‘Post’, trasladada al Senado de la República, donde se corroboró lo que denunciaron los periodistas: ¡¡Nixon estaba al tanto de todo!! Ante la prensa, durante una visita a Disneylandia, gritó su tristemente célebre frase: ¡¡No soy un bribón!! Igual se vio obligado a renunciar, sin pena ni gloria. Moraleja: El periodismo de investigación es el principal enemigo de la corrupción gubernamental. Apago el televisor.

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