Este Búho siempre está muy atento a los avances de la ciencia. Veo un dato interesante y busco en Google más detalles. La curiosidad debe ser innata en un periodista. Leo un informe de que la NASA ha seleccionado empresas aeroespaciales para la producción de un vehículo que será utilizado por los astronautas de las misiones Artemis en la superficie lunar.
Este columnista no puede evitar ingresar al túnel del tiempo: 20 de julio de 1969. Estaba chibolito, pero recuerdo que fui uno de los 650 millones de espectadores que vio en vivo y en directo, por primera vez en la historia de la televisión mundial, la llegada del hombre a la Luna.
El Apolo 11 norteamericano que llevaba a Neil Armstrong, Edwin ‘Buzz’ Aldrin y Michael Collins, el piloto. En ese tiempo estaba en su clímax la ‘guerra fría’ entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la rivalidad entre el llamado capitalismo y el comunismo, que se trasladó al espacio.
En el Perú, el general Juan Velasco Alvarado ejercía el poder con el llamado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, tras haber dado meses antes el golpe de Estado al arquitecto Fernando Belaunde Terry. Pero los norteamericanos, que habían sido superados por los soviéticos al principio, con las hazañas de la perrita Laika y el cosmonauta Yuri Gagarin, los rebasaron cuando en su quinta misión del programa Apolo iban a llegar no solo a aterrizar en el satélite, sino a caminar en suelo lunar.
Esa hazaña, para la NASA y el gobierno norteamericano, no podía pasar desapercibida para el mundo. Por eso utilizaron su satélite para, por primera vez, unir a todos los países en una transmisión en vivo y en directo de la hazaña, ¡transmitiendo desde la propia Luna!
Nunca olvidaré que vimos con toda mi familia, en el tremendo televisor en blanco y negro Andrea, cómo Armstrong caminaba dificultosamente por el suelo y colocaba una bandera de los Estados Unidos. Mientras Aldrin, por la gravedad, ¡saltaba! No faltó un palomilla, como mi hermano, que preguntó: ¿A qué hora salen los marcianos? Es que los millones de telespectadores estaban con el corazón en vilo. ¿Habría vida en la Luna? ¿Y si salían de improviso unos extraterrestres?
En verdad, tantos programas de televisión como el entrañable ‘Perdidos en el espacio’ o ‘Viaje a las estrellas’, que pasaban en los únicos canales de señal abierta que había, el 4, el 5 y el estatal 7 en aquella época, convencían a los niños de que había vida en otros planetas.
No había cable, ni menos Netflix, ni redes sociales. Ese año se volvió una fiebre la llegada del hombre a la Luna. Los astronautas norteamericanos se volvieron héroes. Sobre todo Armstrong, quien pronunció sus célebres palabras: ‘Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la Humanidad’.
Los astronautas hicieron una gira por Europa, Japón y Estados Unidos. No llegaron a Latinoamérica, pero la NASA envió un gran trozo de piedra lunar y el uniforme del astronauta Neil para ser exhibido. En Lima este cronista pudo verlo el día de su cumpleaños, en noviembre, en la recordada Feria Internacional del Pacífico, en la avenida La Marina.
Las colas eran kilométricas para ver de cerca una piedra de otro planeta. Los niños éramos los más entusiastas, aunque algún aguafiestas le bajaba la llanta a la magna exhibición: ‘Si parece la piedra del cerro de mi casa’. Apago el televisor.
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