Este Búho observa que el ambiente navideño ya se vive por todas partes, pero también está en marcha la campaña electoral que será de las más caóticas con 36 candidatos a la presidencia. Me imagino a los electores el próximo 12 de abril en la cabina de votación con esa sábana que es la cédula electoral, mismo rompecabezas, con cientos de símbolos y nombres y lo más seguro es que muchos, por la confusión, terminarán votando por cualquiera menos por el candidato que querían. Por eso la gente tiene que prepararse bien y, además, elegir con responsabilidad.
Sé que vivimos tiempos difíciles, pero no hay que dejarse ganar por el desánimo y la apatía. Este Congreso, claramente el peor de nuestra historia, está lleno de ‘mochasueldos’, ‘niños’, ‘cortaúñas’, radicales, ignorantes, investigados por la justicia, defensores de la minería ilegal y otros impresentables que han provocado el hartazgo y el rechazo de la gente. Por eso, en un sector de la población tienen éxito esas voces interesadas que exigen cerrar este poder del Estado. Incluso piden el cierre ciertos políticos irresponsables y sinvergüenzas ¡que hoy están en carrera electoral!, solo porque buscan ganar los votos de esos disconformes. No pueden ser más caraduras.
Pero por culpa de todos esos malos políticos no podemos seguir votando con el hígado. Hay que hacerlo con el cerebro, fríamente. Aunque esto es muy difícil con la candidatura de Keiko Fujimori, quien polariza al país de forma peligrosa. Tanto que en 2021 fue elegido un ignorante y radical como Pedro Castillo que nos estaba llevando al precipicio y cuyo golpe de Estado, felizmente, fracasó. Sería una pesadilla para el país volver a vivir una situación semejante en unos meses.
Hay que elegir a un candidato que tenga propuestas para el desarrollo, que construya, que sea democrático, que busque atraer inversiones, que promueva la unión de los peruanos, que enfrente con mano firme la migración ilegal y por supuesto que le declare la guerra a la delincuencia, en especial a los extorsionadores.
No se debería ni siquiera mirar a esos que solo siembran odios y resentimientos entre peruanos, que no saben nada de crear fuentes de trabajo y que a lo único que se han dedicado siempre es a victimizarse y a apoyar las protestas violentas que causan destrozos y dejan muertos.
Los que solo incendian y tiran piedras son unos capos destruyendo, pero no saben nada de construir. Y cuando llegan al poder se dedican a robar a gran escala. Entre los candidatos veo a representantes de la izquierda que, pese al descalabro de Venezuela o Cuba, siguen siendo admiradores de esos modelos fallidos que intentan implantar en el Perú. No les importa la escasez, el hambre, la miseria, la represión, la falta de servicios y de libertades que millones de personas padecen en esos países. Cegados por ideologías trasnochadas que fracasaron hace décadas en todos los lugares donde las pusieron en práctica, insisten con que son ‘gobiernos del pueblo’ que también debe haber en Perú y en toda América Latina.
Lo penoso es que hay mucha gente que está contaminada por la rabia, que quiere incendiar la pradera, que les prestan oídos. No se detienen a pensar, por ejemplo, que los más de ocho millones de venezolanos que huyeron de su otrora rico país es por culpa del chavismo hambreador y criminal. Ese gobierno de izquierda es causante de una de las mayores crisis migratorias de la historia, pero el matón Nicolás Maduro y su camarilla ‘revolucionaria’ se agarran del poder como garrapatas.
En nuestro país hay más de un millón seiscientos mil llaneros y, aunque mal que bien nuestra economía se mantiene, ya no da para más. No podemos seguir recibiendo más migrantes cuando nuestros sistemas de salud, educación y otros están prácticamente colapsados.
Con la llegada del derechista Antonio Kast a la presidencia de Chile, es seguro que muchos ilegales de allá, que son más de trescientos mil, intentarán huir a nuestro país, ya que ese político no deja de advertir que si no se van, los botará solo con la ropa que tengan puesta.
En Chile, como acá y en otros países, la delincuencia venezolana se ha convertido en uno de los más terribles flagelos debido a la migración descontrolada por obra y gracia del chavismo, que ya lleva 26 años en el poder. ¡Y acá algunos políticos se resisten a decir que en Venezuela hay una dictadura! Apago el televisor.
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