Este columnista comparte la indignación y la furia de la población y, sobre todo, la del abnegado personal de Salud que, desde marzo del año pasado, cuando se inició la ‘primera ola’ del maldito coronavirus, se vio cara a cara con la muerte.
Los médicos intensivistas, enfermeras, auxiliares de planta, hasta choferes de ambulancias y camilleros. Ellos no pueden creer la denuncia que saltó esta semana, como si destaparas una olla de comida pasada, putrefacta y maloliente: la comprobación de que casi quinientas personas se vacunaron con la llamada ‘lista de la infamia’.
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Personas que, al margen de los 12 mil voluntarios, recibieron el antídoto sin ser en la mayoría de los casos personal de salud de primera fila en la lucha contra la pandemia, donde hay más de un millar de héroes que brindaron su vida, atendiendo a pacientes con coronavirus, a veces con mascarillas simples que no los protegieron y los llevaron a la muerte, mientras el presidente Martín Vizcarra tenía el cuajo de vacunarse secretamente, junto a su esposa y hasta su hermano mayor.
Pero no solo el moqueguano, la excanciller Elizabeth Astete y Pilar Mazzetti merecen la merecida crucifixión de la ciudadanía. Sobre todo Mazzetti, quien a su falta de empatía con su personal, tuvo el cinismo de mentirle al país cuando reventó el ‘chupo’ de Vizcarra y se comparó con el ‘capitán de un barco’ que es el último en abandonar su nave que se hunde.
‘Seré la última en vacunarse’, mintió con descaro. De nada vale su ‘arrepentimento’ porque se pintó como una traidora a su gremio y a la población. Pero no son los únicos que nos han llenado de vergüenza en esa lista, donde aparecen ‘categorías’.
Allí, por ejemplo, en ‘personal del estudio’, como los médicos y especialistas de las Universidades de San Marcos y Cayetano Heredia, se halla Germán Málaga, jefe del equipo de la Cayetano, quien ordenó la vacunación de Vizcarra. Pero también había el rubro ‘personal cercano’. Allí están la esposa y la hija de Málaga. ¿Ellas valen más que doctoras, enfermeras, policías, bomberas, trabajadoras de limpieza, que se enfrentan al coronavirus todos los días en la calle?
En el Perú siempre hemos vivido con la tara del ‘Pepe el vivo’. De niño recuerdo que había escasez de carne, gasolina y habían malos militares ‘cutreros’ que, previo pago, llevaban a civiles a los almacenes de las Fuerzas Armadas y les sacaban carne y los productos racionados. Igual en los grifos de su institución, sacaban gasolina y la vendían.
Pero estas actitudes deplorables son pecados veniales comparadas con el ‘pecado mortal’ de esta ‘repartija’ de antídotos que comprometen a altos funcionarios del gobierno en un indignante abuso de poder.
¿En qué se diferencia la actitud de una poderosa lobista, que se vacunó como ‘invitada’ pese a que pasa la cuarentena en su cómodo hogar, pero le quitó una dosis que pudo llegar a una policía que se ve todos los días con el virus, de un miserable que ‘vende’ sitios en las colas del oxigeno? Mi lectura es: ‘en nada’.
Los dos se aprovechan de una situación por egoísmo. El ‘buitre’ lo hace por la violencia, la ‘lobista’ por la influencia. El médico de Alberto Fujimori, Alejandro Aguinaga, pasa sus días visitando al ‘Chino’ y promoviendo su candidatura. Pero dice que lo vacunaron porque es ‘asesor’. ¿Y por qué incluyó también a su esposa?
Y la lista es larga, un ex viceministro de Salud expectorado se vacunó e hizo que inocularan a su esposa y a su hija de 22 años. En Relaciones Exteriores vacunaron hasta a las secretarias y favoritos de la exministra.
En el rubro ‘personajes cercanos’ recibieron dosis hijas, esposas, hasta las ‘trampas’ de altos funcionarios del Ministerio de Salud y Relaciones Exteriores. ¿No les dio remordimento que, mientras los inoculaban, los peruanos vulnerables de la tercera edad, que todavía no son inmunizados, continúan falleciendo?
La opinión pública espera que las comisiones investigadoras, prometidas por Sagasti, no sean un saludo a la bandera y se llegue hasta el fondo del asunto, y no solo se sancione a Vizcarra y las ministras.
La primera medida debe ser que a todos esos funcionarios públicos que beneficiaron a sus familias y esos ‘invitados’, tipo la ‘lobista’ amiga de PPK, que aceptaron la dosis por lo bajo y con culpable silencio, sean denunciados y nunca más ocupen un cargo público. Apago el televisor.