Este Búho habrá nacido de noche, pero no anoche. En momentos en que la economía está pasando por una crisis y algunos destacados economistas, como Luis Carranza, afirman que ‘estamos en medio de una recesión’, lo peor que le puede pasar al país es que surjan como ‘redentores’ y ‘salvadores de la patria’ personajes alucinados y psicópatas como Antauro Humala.
Es triste pero real. Hemos tocado fondo en el Perú. Qué distinto al panorama argentino donde acaba de ganar las primarias un destacado economista liberal, Javier Milei, quien representa la lucha contra el establishment socialista caduco que solo trae pobreza.
Pero en nuestra patria un asesino de policías, un tipo que cual Robespierre anuncia ejecuciones, sangre y cortar cabezas, pretende volver al fracasado sistema estatista del gobierno del general Juan Velasco Alvarado, el que irrumpe como ‘antisistema’.
Antauro vocifera en una entrevista en YouTube que después de recuperar su libertad por redención de pena por ‘trabajo’ armando canastas de Hello Kitty, que ¡no se arrepiente de nada!, que se siente orgulloso del ‘Andahuaylazo’, rebelión que encabezó y terminó en la ‘carnicería de Año Nuevo’ del 2005, en la que murieron cuatro policías y por la que fue condenado a 19 años de prisión.
‘Estamos afuera y les puedo decir que nos sentimos muy orgullosos de lo que hicimos en Andahuaylas. Los tribunales aún no, pero los hechos nos dan la razón. ¿Dónde están los presidentes contra los que nos rebelamos hace 17 años? Toledo prófugo, preso, corrupto y ladrón. Kuczynski, que era ministro de Toledo durante el Andahuaylazo, igualito’, apuntó.
‘Los que nos traicionaron entonces están a punto de regresar a prisión’, sostiene. Astuto, no reconoce la alianza que hizo con Pedro Castillo y su gobierno. No recuerda que su fuerza de choque etnocacerista sirvió de fuerza de choque ante los mítines del ‘profesor’.
Hoy se distancia de Castillo al que llama traidor y ‘ladrón de gallinas’. En la entrevista defendió su cómoda postura durante las sangrientas protestas de diciembre y enero mientras él estaba cómodamente en una playa del norte con su rubia novia Ina Andrade, tomando cocteles. ‘Ya pagué derecho de piso. Fui soldado, fui peón, cabo, oficial, organicé rebeliones, capturé cuarteles, armerías, contra el gobierno, ahora no voy a estar haciendo marchitas’. Espera lanzarse a la presidencia.
Juio César Castiglioni, especialista en derecho electoral, le pone el parche que el Congreso se demora en ejecutar: ‘No, Antauro Humala no puede postular. Porque él fue condenado por un delito de lesa humanidad y, en consecuencia, en la última modificación que se hizo en el gobierno de Vizcarra, las personas condenadas por delito de terrorismo, de narcotráfico y delitos de lesa humanidad no pueden postular. Así esté rehabilitado, porque la propia norma dice que las personas condenadas por dichos delitos no pueden postular’.
A buen entendedor pocas palabras. Para los jóvenes que no saben la historia de este charlatán hay que recordársela. Los hermanos Antauro y Ollanta Humala, en el año 2000, comandaron una asonada golpista contra el presidente Alberto Fujimori, en el cuartel de Locumba, en Moquegua.
Coincidentemente, ese mismo día, Vladimiro Montesinos, el siniestro ‘Doc’, fugaba del país en el yate ‘Carisma’. Y las patrullas del Ejército no daban con el paradero de la columna insurrecta. ¿Coincidencia? No lo sé. Luego Ollanta fue premiado por el presidente Alejandro Toledo con una agregaduría militar en París y otra en Seúl.
Su hermano, entre los días 1 y 4 de enero del 2005, días después que Toledo pasó a Ollanta al retiro, dio una delirante y sangrienta intentona golpista en Andahuaylas conocida como el ‘Andahuaylazo’, con un contingente de unos 150 reservistas del Ejército.
El resultado fue cuatro policías asesinados de manera cobarde tras ser emboscados. Antauro fue condenado en el 2009 a 25 años de prisión, pero al llegar a la presidencia su hermano se le rebajó la condena a 19.
Este columnista conoció a la familia Humala por las dos campañas que me tocó cubrir. Allí me di cuenta de una cosa. El patriarca, don Isaac Humala, adora a su hijo Antauro. En conversaciones familiares hasta le decía ‘héroe’. Pero el amor filial lo ciega, Antauro es un psicópata. No se arrepiente de la muerte de los mártires de la policía, sino que en su cárcel dorada hasta hacía lobbies, ganaba plata e ingresaban mujeres como si fuera un jeque.
Este columnista se pone en el pellejo de los hijos, de las viudas, de los padres de esos policías ejecutados. Advertidos estamos. Apago el televisor.
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