Este Búho asiste a una grave crisis política por el millonario pago de la corrupta Odebrecht a la empresa del presidente Pedro Pablo Kuczynski por consultorías. El problema con los aportes de la constructora brasileña por más de 780 mil dólares a PPK es que se hicieron cuando este era ministro de Economía, premier o presidente de Proinversión, el organismo estatal de inversiones. Un ministro, mientras está en el cargo, no puede trabajar para ninguna empresa privada ni, mucho menos, recibir dinero de esta. El presidente le debe explicaciones al país y parece bien complicado que salga limpio de todo este lío. Ayer, los pedidos de vacancia llegaban desde la mayoría de bancadas del Legislativo. Pero resultaba curioso ver a los fujimoristas Héctor Becerril y Cecilia Chacón con cara de indignados, mientras Daniel Salaverry, cual Torquemada levantando el dedo amenazante, le daba ‘plazo hasta hoy’, o sea, hasta ayer, al presidente Kuczynski para que renuncie.
El portavoz de los fujimoristas dijo textualmente que ‘aquí no caben las explicaciones’ del mandatario. Tan apurados están por sacar a Pedro Pablo Kuczynski, aquel que osó arrebatarle el triunfo a su lideresa, que ni siquiera les importaba cumplir, por simple decoro, con el formalismo de escuchar primero al acusado antes de sentenciarlo. El papel de honrados moralizadores, de pundonorosos paladines de la ley y severos defensores de las instituciones del Estado no les queda a los herederos de Alberto Fujimori. La misma Keiko, la jefa de estos parlamentarios, es investigada por distintas fiscalías por varios casos, incluidos sus presuntos vínculos con Odebrecht. Hay que recordarles que los pecados de otros no lavan los de ellos, que son muchos y muy graves. Verónika Mendoza, la lideresa de Nuevo Perú -que también pide la renuncia de Kuczynski si este no puede aclarar las acusaciones en su contra-, denunció ayer que el fujimorismo busca dar un golpe de Estado y ‘controlar el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial para blindarse y concertar un pacto de impunidad’. Pero volviendo al presidente, todo indica que podría hacerse realidad ese ‘meme’ que circula con insistencia en las redes sociales, y que sería gracioso si no fuera porque la figura presidencial queda por los suelos: la cara de PPK sobre el cuerpo de un gran pavo con la leyenda ‘De Año Nuevo no pasa’. Analicemos algunos posibles escenarios:
- LA RENUNCIA: PPK podría decidir irse por su voluntad, sin esperar ser vacado. Tendría que hacerlo mediante una carta dirigida a la presidencia del Congreso. El fujimorista Luis Galarreta, actual titular, estaría en la obligación de convocar al Pleno para aprobar la renuncia y, en el acto, nombrar al nuevo mandatario, que sería el primer vicepresidente Martín Vizcarra.
- LA VACANCIA: El pedido de vacancia por incapacidad moral ya fue propuesto por Frente Amplio y varios congresistas apoyan esta iniciativa. Solo se requieren 26 firmas para que se formule en el Legislativo como moción de orden del día. Luego, para admitir dicha solicitud se necesitan 52 votos. Tres días después, como mínimo, se realiza el debate y votación de dicho pedido de vacancia, que requiere 87 votos para ser aprobado. También en este caso, Martín Vizcarra debería ser nombrado por el Congreso.
- SI VIZCARRA NO ACEPTA: No se sabe qué haría ante la posible salida de Kuczynski, aunque las malas lenguas dicen que ya está listo. Pero si no acepta la presidencia, debería enviar una carta a la Presidencia del Congreso expresando su decisión. Entonces, el turno sería de la segunda vicepresidenta, Mercedes Aráoz, a quien muchos ven como más activa y mejor preparada para el cargo.
- LA LEGITIMIDAD: Pero Vizcarra o Aráoz tendrían grandes problemas para gobernar por la legitimidad. Una cosa es recibir el poder por votación del pueblo y otra como reemplazante. El reemplazante tendría que hacer malabares para lograr acuerdos con el Congreso, algo francamente difícil por la mayoría fujimorista que buscaría adelantar las elecciones generales para la presidencia. También se requeriría elegir un nuevo Congreso.
Repito, todo esto afecta la gobernabilidad del país y, en consecuencia, las inversiones, cuando el país necesita más que nunca la reactivación económica. Una lástima que mientras el Perú se desangra por la delincuencia común y la pobreza, nuestros políticos, en lugar de trabajar por soluciones, estén hundidos hasta el cuello en corrupción, se dediquen a tramar venganzas y solo lleven agua para sus molinos. Apago el televisor.