Este Búho, desde niño, siempre tuvo una relación muy especial con la entrega de los Oscar. La televisión fue para mi generación la maestra y guía. Nos daba entretenimiento, deportes y cultura. Cómo no recordar que antes de los diez años vi la extraordinaria ‘Psicosis’, del maestro Alfred Hitchcock, en la cama matrimonial de mis padres junto a mi hermana Charito muriéndonos de miedo. Vi extraordinarias películas en la tremenda televisión ‘Andrea’, que era en blanco y negro. Y también joyas como ‘Lo que el viento se llevó’, ‘Ben Hur’, ‘La naranja mecánica’, de Stanley Kubrick, en el mítico cine ‘Mirones’, hoy destruido para construir edificios de departamentos. Por eso, desde niño veíamos la entrega de los Oscar con expectativa. Además, era el gran Pepe Ludmir, el legendario corresponsal de Panamericana en Hollywood, quien traducía y conducía la transmisión. Era un hombre culto, que entrevistaba ‘face to face’ a Charlton Heston, Sofía Loren, Faye Dunaway, Steve McQueen, Anthony Quinn y Mia Farrow, entre otros. Con él, los televidentes peruanos parecíamos que conocíamos Hollywood al dedillo.
No necesito Google para recordar lo que escribo. La noche de la 45 entrega del Oscar, Marlon Brando era el gran favorito para ganar la estatuilla al ‘Mejor actor’, por su estratosférica actuación en ‘El padrino’. Pero al anunciar su nombre como ganador, no apareció el inmenso actor, sino una joven india, cuyo nombre era ‘Pequeña pluma’. Ella dijo que el señor Brando no aceptaba el premio porque ‘desde sus inicios la industria del cine ha caricaturizado a los indios como malvados y, ahora mismo, hay una masacre de mis hermanos en Wounded Knee’. Este columnista aprendía y se informaba. La televisión era para ver programas como ‘El hombre araña’, ‘Fantasmagórico’, ‘La isla de Gilligan’, ‘Perdidos en el espacio’, pero también para saber lo que pasaba en el mundo. Por eso me volví fanático del cine. En un tiempo, hasta competía con mi pasión por el fútbol. Pero basta de preámbulos, me soplé con canchita casera la 90 entrega del Oscar y aquí les doy algunos ‘combos’, sin sobreprecio, sobre lo mejor de la ceremonia.
¡¡VIVA MÉXICO CABRONES!! Como el estribillo de la canción de ‘Molotov’. El país de los ‘mero meros’ fue el gran triunfador, no solo porque el inmenso gordo bueno de Guillermo del Toro fue el gran triunfador al llevarse el premio al ‘Mejor director’ y a la ‘Mejor película’, por la sublime ‘La forma del agua’. Desde que vi ‘El laberinto del fauno’ (2006) me di cuenta que a partir del horror de la fratricida Guerra Civil española, Del Toro podía hacer volar su imaginación para crear fantasía y amor aun en la monstruosidad. Dieciocho años después, ‘La forma del agua’ lo lleva al Olimpo, pero solo es una cara de una misma moneda. Este filme resume la piel del mexicano, su amor por lo marginal, lo monstruoso, lo deforme como una espina, una aguja enclavada en la llamada ‘civilización’. Lo vimos en ‘Hellboy’ y su ‘troupe’ de mutantes, despreciados por el ‘mundo real’, por los funcionarios del gobierno y por los planes secretos de la ‘Guerra fría’. Y lo vemos ahora, en ese choque brutal que se interpone en una increíble relación amorosa entre una chica muda y un monstruo anfibio, inspirado en la clásica del cine ‘El monstruo de la laguna negra’. ¿Puede el amor no tener palabras? Parece ser el sortilegio que nos presenta el inmenso mexicano y él mismo se responde: ¡Sí! Para la platea, también. Pero México también triunfó con la entrañable producción animada ‘Coco’, que se llevó dos Oscar. Uno de ellos al ‘Mejor filme animado’, venciendo a la favorita y también notable producción ‘El jefe en pañales’. Pero la producción de Pixar tenía una ventaja: se inspiró en la legendaria tradición mexicana de celebrar ‘El día de las muertos’. ¡¡Viva México cabrones!!
UN PREMIO PARA CHURCHILL, PERDÓN, PARA GARY: Este columnista lo escribió hace tiempo. Gary Oldman en ‘La noche más oscura’ no interpretó a Sir Winston Churchill, fue ¡¡Winston Churchill!! Y no solo porque el maquillaje fue extraordinario, sino también porque fuera de ello podíamos vislumbrar al extraordinario actor inglés con gestos, impostación de voz, movimiento muscular y gesticulaciones siendo Churchill. Esto hizo que el trabajo de Oldman se imponga a extraordinarios postulantes al Óscar al ‘Mejor actor’ como Daniel Day-Lewis y Denzel Washington. Pudo ganarlo con ‘Drácula’ de Bram Stoker y llevarse la estatuilla como ‘Actor secundario’ en ‘El perfecto asesino’, de Luc Besson, donde encarnó a un policía psicópata y corrupto. El destino quiso que ganara la estatuilla encarnando a un líder y político inmortal. La humanidad amará por siempre a ese señor gordito que derrotó a la bestia alemana llamada Adolfo Hitler. Me quedé corto. Apago el televisor.