Este Búho lee que se han cumplido 27 años de la ‘Operación Chavín de Huántar’, que fue calificada como una de las más exitosas operaciones militares de rescate de la historia. Me debo a mis lectores y tengo que ingresar al túnel del tiempo para recordar esa hazaña. Se liberó a los cautivos tomados en rehén por 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, con el saldo de dos militares y un civil muertos, y todos los subversivos abatidos.
El nombre Chavín de Huántar es en alusión a los laberínticos túneles del templo ubicado en la región Áncash. Cuando fracasaron las negociaciones para la liberación de los rehenes, el gobierno de Alberto Fujimori optó por realizar una operación de rescate, reclutando a un grupo de curtidos mineros para que cavaran túneles desde casas aledañas, por donde deberían ingresar los comandos en un operativo sorpresa.
El inhumano secuestro se inició la noche en que el embajador de Japón ofrecía una recepción por el natalicio del emperador Hirohito. Nadie quería perderse esa reunión, pues las relaciones entre Perú y Japón eran de las mejores. Esa noche estaba casi toda la familia Fujimori, hasta su anciana madre.
Catorce subversivos, comandados por Néstor Cerpa Cartolini, tomaron la residencia, que en ese momento tenía a más de 500 invitados, entre políticos, militares, empresarios y ciudadanos japoneses. También estaba el mismísimo canciller Francisco Tudela. Los rehenes eran muchos y los terroristas no podían controlarlos a todos, por eso hicieron caso a la Cruz Roja para que liberaran a todos los cautivos que no tuvieran ‘peso político’.
Recuerdo que Fernando Andrade protagonizó una espectacular fuga, al estilo de Tom Cruise en ‘Misión imposible’. Un alto oficial de la Marina, que llegó en uniforme de gala, también escapó desnudo para que los terroristas no lo identifiquen y se ensañaran con él. La madre de Alberto Fujimori tuvo la suerte de que no la reconocieran y salió sana y salva.
Lo curioso, por decir lo menos, es que salvo Cerpa Cartolini y los camaradas ‘Tito’ y ‘El Árabe’, el resto eran chiquillos que provenían de la selva. Según los familiares de estos terroristas muertos en el combate, a ellos los trajeron de sus caseríos ‘para que conocieran Lima’.
Aquí fueron entrenados en tiempo récord para tomar la residencia. Cerpa Cartolini era un tipo curtido en la ideología comunista y era un fanático. En 1979, cuando se desempeñaba como dirigente sindical, indujo a los trabajadores a tomar la fábrica Cromotex.
Cerpa Cartolini, después del ‘éxito’ de su acción armada en la embajada de Japón, buscó negociar. Pedía un avión para viajar a Cuba, donde solicitaría asilo político con el consentimiento de Fidel Castro. Pero las negociaciones se dilataban y los micrófonos colocados en cuadros, guitarras y crucifijos le permitían al personal de la Dircote, los llamados ‘Orejas’, escuchar a los líderes terroristas, quienes estaban desesperados y los chiquillos se habían relajado.
Estaban en plan amoroso o se dedicaban a jugar fulbito por las tardes. Fue justamente en el momento en que jugaban su ‘pichanguita’ que los comandos intervinieron. El comandante Juan Valer murió protegiendo con su cuerpo al canciller Tudela. Un rehén, el magistrado Carlos Giusti, murió por una bala terrorista.
Se debe rendir permanente homenaje a los militares de Chavín de Huántar, a quienes les debemos gratitud. Sé también que la película ‘Operación maestra’ está en plena producción y parece que va a ser buena. Los comandos pusieron el pecho para luchar contra el maldito terrorismo, que no está acabado como aseguran algunos que les hacen el juego a los radicales de izquierda. Apago el televisor.
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