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El trágico final de Amy Winehouse

El Búho recuerda a la gran intérprete británica, fallecida a los 27 años, a propósito del próximo estreno de una película sobre su atribulada vida.
Un 23 de julio del 2011 encuentran el cadáver de la cantante británica Amy Winehouse en su domicilio de Londres. (CARL DE SOUZA / AFP).

Este Búho espera con ansias la película sobre la vida de la desaparecida cantante Amy Winehouse, que según informan algunos portales en redes sociales, se estrenará en mayo de este año. La otra noche, precisamente, estaba haciendo zapping en la madrugada y me encontré con un documental que me llenó de nostalgia. Sobre el escenario, una flaquita de piernas muy delgadas parecía a punto de quebrarse, de romperse en mil. De pronto, esa voz estallaba. Nos estremecía. Nos atrapaba. Nos estrujaba el alma.

Recuerdo a la cantante británica, quien murió de sobredosis a los 27 años, a la misma edad en que fallecieron genios de la música como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain, los conocidos integrantes del maldito ‘Club de los 27′. Amante desde siempre del jazz, poeta y compositora, en 2003 Amy lanza ‘Frank’, su primera producción discográfica, la cual logró un éxito inesperado. Algunos críticos coincidían en decir que era ‘un alma vieja en un cuerpo joven’.

Entonces consigue un jugoso contrato de más de 250 mil dólares. El dinero le sirve para independizarse y mudarse a un barrio de artistas en el corazón de Londres, con apenas 19 años. Ahí comienza el desbande. Dicen que fumaba marihuana desde que despertaba, organizaba fiestas con mucho alcohol, tenía una vida muy promiscua. Su fama crece y el mito también. El éxito no solo le genera reconocimiento del público, sino el acoso de la prensa de espectáculos.

Tres años después, en 2006, presenta su segundo álbum, el más exitoso, ‘Back to black’. De ahí sale el hit ‘Rehab’, que le abre las puertas de Estados Unidos. Su fama se hace mundial. Inicia giras interminables.

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UNA RELACIÓN TÓXICA

Fue tal vez su relación con Blake Fielder su etapa más destructiva. Si su vida ya era un coctel de excesos, aquella relación fue trágica. “Era la primera vez que probó crack y heroína. Yo ya las había probado antes”, contó Blake, quien se convirtió en su esposo.

Los amigos de Amy cuentan un episodio que resume esa unión catastrófica: La primera vez que la cantante fue internada en un centro de rehabilitación, después de una sobredosis, Blake la visitó. A las pocas horas, los doctores hicieron a la cantante un análisis rutinario de sangre. Lo que encontraron fue heroína. Alguien le había facilitado drogas a Amy. No hace falta decir quién.

En los videos caseros, se ve a la artista totalmente dependiente de Blake. Era un amor enfermizo. Ella hacía lo que fuera con tal de agradar a Blake, incluso lo fue a visitar cuando estuvo preso. Mención aparte merece el vínculo que tuvo la diva del soul con su padre, Mitch Winehouse, quien siempre vio a su hija como la ‘gallinita de los huevos de oro’.

En un documental se muestra a Mitch como un hombre oportunista, frío, distante. Cuentan que una vez Amy le pidió un consejo: Si debía cancelar sus giras para ir a un centro de rehabilitación. Mitch le pidió que continúe con sus conciertos programados. Los amigos de la cantante recuerdan este episodio con mucha rabia. Incluso, cuando su hija salía de vacaciones, su padre era quien ‘chismeaba’ a la prensa sobre su paradero.

Ella nunca lo odió, siempre lo llamaba ‘papi’. Lo amaba. En sus últimos años, la cantante se presentaba en sus conciertos totalmente dopada. Se tambaleaba sobre la tarima, se olvidaba la letra. Su cuerpo parecía cada vez más frágil. La vida de Amy Winehouse es tan sobrecogedora como el tono de su voz. El día antes de su muerte, Jamis –mamá de la cantante– cuenta que la vio rodeada de botellas de licor, ‘apestaba a alcohol, le salía por cada uno de sus poros’.

El sábado 23 de julio de 2011, después de beber muchas botellas de vodka, sola en su habitación, tirada en su cama, su guardaespaldas Andrew Morris la encontró muerta. Con un futuro prometedor, a Amy siempre la vimos con el filo del cuchillo en la yugular. Jugando con su vida. Caminando al borde del vacío. Y un día no tuvo miedo de saltar. Ahora esperemos que la película refleje la pesadilla que vivió la cantante para que los jóvenes vean a dónde llevan el excesivo consumo del alcohol y drogas. Apago el televisor.

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