Este Búho cree que el ministro de Cultura, Francesco Petrozzi, no debió salir ayer en la tarde de Palacio de Gobierno diciendo: ‘Por el momento sigo siendo ministro...’. En otras palabras, eso significa que este señor tiene las horas o días contados. El presidente Martín Vizcarra debería romper su pequeño círculo o entorno cercano para dar la cara y aclarar un hecho grave, que significa que se recorte o melle la pluralidad informativa en el canal del Estado, tras la salida del periodista Hugo Coya.
Un gobierno democrático defiende la libertad de expresión en todos sus niveles, o de lo contrario se convierte esto en una autocracia o dictadura. Si se empieza a recortar lo que ‘no nos gusta’ y promover a los ‘sobones’ y ‘mermeleros’ con sus cantos de sirena, el asunto se vuelve muy peligroso. Esto sucede en el canal de todos los peruanos, mientras en las redes sociales vemos a diario a cibernautas que arremeten contra determinados programas televisivos.
Otros directivos censuran para no ‘chocar’ con sus intereses comerciales. Pienso esto cuando veo a ciertas modelos desnudar sus intimidades y recuerdo esa extraordinaria película del gran Sidney Lumet, ‘Network: Poder que mata’. Una cinta que ganó cuatro Oscar en 1976. Un gran canal decide despedir a su veterana estrella, Howard Beale (Peter Finch), por bajo rating. Este, indignado, anuncia que se suicidará en vivo por la afrenta. La emisora, temerosa de la reacción del público, le permite que regrese por unos minutos a su programa para que se despida en forma digna.
Beale se para frente a la teleaudiencia y pronuncia un furibundo discurso contra el estilo de vida norteamericano, transmite su indignación y les dice que si están de acuerdo con él, salgan a las ventanas a gritar: ¡Estoy más que harto y no voy a soportarlo más! Los productores se sorprenden y, desde todos los rincones del país, la gente sale a gritar la arenga del conductor. En vez de botarlo, la cadena le da un programa estelar donde, matizado con el horóscopo, chismes maledicentes y encuestas de opinión, llega el plato fuerte, el discurso de Beale. Los productores están felices, el rating se dispara, pero de un momento a otro Beale se manda contra las corporaciones. El dueño del canal lo manda a llamar y lo persuade para que nunca se atreva a hablar de las empresas, que son ‘las fuerzas primarias de la naturaleza’. Beale cambia su mensaje y se vuelve ‘franelero’ con el poder y el rating se va al suelo. Al final, como no quiere renunciar, los dueños lo mandan matar pagando a un comando terrorista, que lo acribilla en vivo cuando conducía su programa. Así, fue el primer conductor en ser asesinado por tener ‘bajo rating’.
Algunos productores y conductores desubicados deberían ver también una de las más alucinantes películas del notable cineasta canadiense David Cronenberg: ‘Videodrome’. El argumento de esa película me hace recordar ciertos programetes que hoy están en el ojo de la tormenta. Se trata de un espacio que bate récords de rating porque emite imágenes de sadomasoquismo por la televisión. Ese espacio lanzaba ondas que causaban tumores cerebrales en los televidentes. Filmada en 1983, lo que pareció una alucinación del genial director canadiense, visto en la perspectiva del año 2019, cobra total vigencia. Sin ir más lejos, en el país se denuncia que algunos cuestionados programas serían tan nocivos para la salud mental de los sufridos televidentes como el ‘Videodrome’ de la ficción, que ni por contar con la riquísima Deborah Harry -sí, la vocalista de Blondie- dejaba de ser un programete vomitivo. En todos lados se cuecen habas.
Apago el televisor.