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El Búho: Violencia en las calles del Perú, ¿tenemos ministro del Interior?

“El nuevo ministro del Interior, Avelino Guillén, fue un buen fiscal, pero no sé si está preparado para enfrentar la imparable violencia en las calles, donde todos los días roban a punta de pistola a hombres, mujeres y niños, además de pequeños negocios que han sido asaltados hasta 5 veces”
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Este Búho desde adolescente era fiel ‘cazuelero’ en el mítico cine Mirones, Veía películas violentas como ‘Harry el sucio’ (1971), con el gran detective Harry Callahan, quien era implacable con los asesinos, psicópatas y violadores. Cuando su jefe le recriminaba porque nunca traía detenidos sino cadáveres, el detective retrucaba: ‘Ella habla por mí’ y sacaba su tremenda pistola Magnum 44. Desde esa época, a inicios de los 70, también reventaban las taquillas con ‘El vengador anónimo’, en la que un exitoso arquitecto neoyorkino, Paul Kersey (grande Charles Bronson), sufre terriblemente por el asesinato de su esposa y la violación y trauma de su hija.

El profesional es un hombre tranquilo, pero compra un arsenal de armas al ver que la policía no hace nada por atrapar a los asesinos y violadores de sus seres queridos. Decide tomar la justicia por sus propias manos y comienza a matar ladronzuelos ‘lechuceros’ y criminales. Tanto éxito tuvieron estas películas que se filmaron varias secuelas, completamente taquilleras en Estados Unidos y también en nuestro país.

En ese entonces vivíamos aquí una dictadura militar, la de Velasco Alvarado, que mantenía a raya a los asaltantes de bancos, ‘monreros’ (ladrones de residencias) y a los violadores como ‘El monstruo de Armendáriz’, asesinos de policías y traidores de la patria que enfrentaban un juicio militar y se iban de frente al paredón. Pero ni bien se restaura la democracia en el país, todo cambia.

La policía se dedica a combatir al sanguinario terrorismo senderista, por otro lado, en la selva, Uchiza, Tocache y Campanilla, ‘turistas colombianos’, como los llamaba Miki Gonzales, llegaban para cargar sus avionetas con pasta básica de cocaína. Uno de ellos era el siniestro ‘Patrón’ Pablo Escobar, quien acumuló tantos millones enviando cocaína de Colombia a Miami y México que salió en la revista Forbes como poseedor de una de las diez más grandes fortunas del mundo. Cuando el ‘Patrón’ le declara la guerra’ al Estado colombiano, compra centenares de motos y pistolas para dárselas a muchachitos que por quinientos, mil o cinco mil dólares asesinaban a policías de calle, oficiales, políticos y periodistas. De ahí surge la frase ‘te mando la moto’. Esta modalidad se ha puesto ‘de moda’ en nuestro país.

Todos los días acribillan gente en ajustes de cuentas. No hay día que no salga en un noticiero un crimen por encargo. Esta situación es terrible. Parece que vivimos en el lejano oeste. ¿Tenemos ministro del Interior? Los asesinos no respetan nada, actúan como total impunidad.

A dos jóvenes los mataron salvajemente en Lince en lo que parece un crimen de odio. ¿Hasta dónde va a llegar el país? La violencia no tiene parangón, acribillan dentro de combis, autos, microbuses. A humildes trabajadores que pelan pollos de madrugada, hasta a mujeres. ¿No prometió el presidente Castillo que daba 72 horas a los criminales extranjeros para que se vayan del Perú? Y ahora dice que va a vender el avión presidencial. ¿Qué va a hacer? ¡Un poco más de cerebro, señor presidente! ¿A dónde quiere que lleguemos?

Tal vez como las ciudades que nos mostró la notable serie ‘Narcos’ (Medellín, Cali y México) o la película ‘Sicarios’, con Benicio del Toro, donde un comando de la DEA norteamericana tiene que ingresar a territorio mexicano a desarticular una banda que tiene modernos túneles por donde ingresan la droga de Tijuana a Estados Unidos y debe asesinar al responsable del cartel que mató a su familia.

Aquí en el país el sicariato por cupos de obras de construcción y el narcotráfico en el Callao están imparables. Desde la selva llega la droga para enviarla al puerto y de allí a Europa, pero no son una sino varias mafias y se tiran soplos entre ellas. Algunos miembros de la bandas son acribillados en las puertas de sus casas, muchos de ellos con arresto domiciliario.

Uno se pregunta: ¿Cómo así, después de ser capturados por la policía, logran salir libres y les dan arresto domiciliario? El nuevo ministro del Interior, Avelino Guillén, fue un buen fiscal, pero no sé si está preparado para enfrentar la imparable violencia en las calles, donde todos los días roban a punta de pistola a hombres, mujeres y niños, además de pequeños negocios que han sido asaltados hasta 5 veces. ¿A ellos quién los protege, señor presidente?

Apago el televisor.


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