Este Búho tenía que estar en Chota para presenciar en vivo el esperado debate. La confrontación cara a cara entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori marcaba un hito, pues casi todos los debates por el ‘sillón de Pizarro’ se dieron en Lima. Pero el de la campaña del 2016 se realizó en Piura, precisamente entre Keiko y Pedro Pablo Kuczynski. Este columnista estuvo presente aquella vez. Así que ayer bien temprano tomé el avión que me llevó a Cajamarca. El frío me golpeó apenas bajé de la aeronave. Sin perder tiempo tomé un taxi a Chota y en un viaje que duró dos horas y media llegué a la Plaza Central de dicha localidad. Pese a las bajas temperaturas, se sentía el ambiente de debate, con bastante gente en los alrededores, todos emocionados y esperanzados de ver una buena confrontación. Los que no pudieron entrar a la plaza se paraban afuera de los negocios que habían puesto televisores para transmitir el cara a cara y los pullazos que se lanzaran los candidatos. En los restaurantes, la gente soltaba muecas de disgusto o de aprobación. “Es un hecho histórico para Chota, estamos contentos”, me dijo un mozo tumbesino que trabaja en una pollería.
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Y no era para menos, los medios más importantes del país estaban en el lugar, y la polémica fue vista a nivel mundial gracias a los streaming en vivo que se realizaron en las redes sociales. Keiko llegó a Chota y de arranque se sintió visitante. Como los jugadores de Universitario cuando van a Cajamarca a jugar contra UTC. Durante el debate se sintió la localía de Castillo, pues la lideresa fujimorista percibió un clima hostil, con insultos, abucheos y pifias cada vez que soltaba una frase. Con decir que a dos cuadras del estrado está ubicado un local gigante de campaña del candidato izquierdista y cientos de militantes festejaban cada anuncio que hacía su líder. Castillo estaba en casa y se mostraba en confianza, aunque no pude evitar notar que las manos le temblaban bastante cada vez que se servía agua de una botella. Recibía los aplausos de su gente y muchos hasta lo llamaban ‘presidente’.
Cuidado con ese optimismo excesivo, pues son muchos los candidatos que se creían ganadores y al final se quedaron con las manos vacías. Un detalle que llamó la atención es que tanto Keiko como Castillo usaron prendas alusivas al país. Ella vistió su habitual camiseta de la selección, mientras que él una casaca blanca de la marca Perú. Dejó el lapicito escondido. Cuentan que fue Vladimir Cerrón, el fundador de Perú Libre, quien pidió ese cambio en el vestuario del docente para lavar un poco su imagen de ‘comunista’. Hay que resaltar el trabajo de la policía al brindar seguridad, no solo a los chotanos, sino también a los hombres de prensa que llegaron para transmitir el evento. Sin embargo, no pudieron evitar las aglomeraciones. Los cien ronderos presentes en el lugar se llevaron los aplausos de la gente, ya que con estilo jovial impusieron respeto. El debate fue lo que se esperaba, con pullazos y palabras irónicas y venenosas.
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Como la frase que Castillo le dijo a Keiko: ‘Yo no me corro, el que se corrió fue su padre’. O la de la ‘China’: ‘El jefe de su partido, Vladimir Cerrón, fue sentenciado por corrupción y usted lo esconde’. Algo que me causó sorpresa fue toparme con mucha gente enojada con Castillo al final del encuentro, pues aseguraban que perdió una gran oportunidad de aclarar las dudas sobre sus confusas propuestas. “Dijo que hará un montón de cosas, pero no mencionó cómo lo hará”, se quejó un señor que vendía celulares.
El taxista que me llevó al lugar de la polémica, sorprendentemente, me comentó también que no iba a votar por Castillo, y la razón no era por el profesor, sino por su ‘jefe’ Vladimir Cerrón. “Le hizo mucho daño a Junín, la tierra de mis padres”, señaló. Este y los demás debates que obligadamente deberán hacerse por el bien de la democracia, tienen que servir para aclarar dudas y que los indecisos puedan tomar posición. Sacando los pullazos de lado, Keiko estuvo mejor articulada debido a su experiencia. Pero Castillo, demostrando sus años como sindicalista, no se quedó, aunque abusó de los ataques, una estrategia que no sirve de mucho cuando la gente lo que quiere es escuchar propuestas viables.
Soltó una frase que me dejó preocupado: Prohibirá las importaciones en un eventual gobierno suyo. Una medida así, tan tirada de los cabellos, provocaría escasez, aumento de precios, producción nacional de baja calidad y se romperían los tratados de libre comercio que tanto éxito han tenido con las mypes. Apago el televisor.