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La jugarreta de Alan

El Búho desbarata las afirmaciones de los voceros apristas que intentan justificar el pedido de asilo político solicitado por el expresidente Alan García.
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Alan García

Este Búho no puede evitar calificar como falacias algunas afirmaciones vertidas por voceros apristas sobre el ‘asilo político’, solicitado por en la residencia del embajador de Uruguay. Se trata de engañosas ‘jugarretas’ de los voceros de García.

‘EL PARTIDO LE ACONSEJÓ ASILARSE’: Primera gran mentira. Hace tiempo que el Apra, después del descalabro electoral del 2016, se convirtió en el club cerrado de compinches jefaturado por García e integrado por los dos solitarios gatitos ‘Sipán’ Velásquez Quesquén y ‘Mordaza’ Mulder, quienes llaman buró político a sus cuchipandas en algún local de la avenida Universitaria, donde aparte de planear alguna acción siniestra, devoran fuentes gigantescas de chicharrones.

Según Mulder, en estos ‘cónclaves’ decidieron ‘aconsejarle que pida asilo’. Los pobres militantes apristas se enteraron por los periódicos, porque el Apra, como partido, no existe sino lo manejan Alan y sus dos bochincheros incondicionales. Ya Luciana León había vaticinado: ‘El buró político no existe, son unos muertos vivientes’.

‘ES IGUAL AL DE HAYA DE LA TORRE’: Mulder, ante el llamado de la periodista Josefina Townsend, dijo una barbaridad: ‘El asilo político solicitado por García es comparable al que Haya de la Torre solicitó en la embajada de Colombia en 1949’. Josefina, hija de un líder histórico del aprismo, como Andrés Townsend, quien también sufrió destierro, lo puso en su sitio. ‘Haya de la Torre y mi padre fueron perseguidos por sus ideas, no como Alan García que está investigado por corrupción’. El aprista no pudo reprimir su rabia y colgó el teléfono.

‘ES NORMAL COBRAR CIEN MIL DÓLARES POR CONFERENCIAS’: Ningún presidente de Latinoamérica podría cobrar ¡¡100 mil dólares!! por una conferencia, menos para una desconocida ‘Federación de Industrias de Sao Paulo’, en el 2012. Ahora se sabe la verdad. Odebrecht contrató a un abogado que se ocupaba de asuntos turbios, José Américo Spinola, para que simulara ser el contratante de García para la conferencia. Todo fue simulado, según confesó el propio Spinola cuatro años después, al haberse acogido a la colaboración eficaz.

Ese testimonio terminó por hundir a Alan, pues Odebrecht reconoció que el pago por esa conferencia se realizó con el dinero de la ‘Caja 2’, es decir, el dinero de las coimas y sobornos. Con esa información el fiscal Pérez amplió la investigación preliminar en su contra por los delitos de colusión agravada y lavado de activos.

Con el impedimento de salida del país y las nuevas pruebas llegadas desde el Brasil, García estaba con la soga al cuello y lo que se venía, como era lógico, era el pedido de prisión preventiva, porque el exmandatario podía ser un pez gordo, pero fácil se podía convertir en una escurridiza trucha, al olfatear el peligro de un encierro justificable. Hasta sus finanzas lo delataban. Cuando le preguntaron por qué después del escándalo que hundió a Odebrecht ya no brindó más conferencias, se excusó con una respuesta que supo a chiste: ‘Es que salieron otros expresidentes y perdí vigencia’

‘PLANEABAN MATARLO’: Algunos termocéfalos apristas han deslizado la teoría de la conspiración. ‘Iban a mandarlo a Piedras Gordas’, donde atentarían contra su vida. ¡¡Por favor!! Y lo peor es que comparan la situación actual de una investigación preliminar a su persona, con el autogolpe del 5 de abril de 1992. El propio Alan se allanó a las investigaciones hasta el mismo sábado, donde dijo ‘no es un deshonor quedarme 18 meses en mi patria’.

Ese cinismo escondía su verdadero plan maquiavélico, mantener contacto con sus amigos del gobierno de Uruguay para pedir asilo. Hacerse el perseguido político es la más grande de las falacias. En el país no se lo traga nadie y tal vez en Uruguay, sí, donde han vivido sangrientas persecuciones políticas. Pero poco a poco los charrúas sabrán la verdad de los argumentos del gobierno peruano.

Alan García cruzó la línea. Se sacó la careta del culpable que no le importa nada con tal de salvar su pellejo. Y lo peor es que tuvo el cuajo de criticar duramente a Toledo cuando se fue del país. ¿En qué lo diferencia de Alberto Fujimori que huyó y renunció por fax? Como diría otra joyita como Hugo Chávez: ‘Toledo, Fujimori y Alan son caimanes de un mismo foso’. Apago el televisor.

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