Este Búho recorre la calle todos los días. Subo al Metropolitano, combi o taxi. Como periodista, tengo que escuchar a la gente y la mayoría esboza un gesto de sorpresa e incredulidad ante las palabras del encarcelado Antauro Humala, quien en una carta dirigida a su hermano Ollanta le recomendó que se suicide por haber recibido plata de la mafiosa empresa brasileña Odebrecht. ‘Es lo mejor que te tocaría hacer en caso de que tengas una pizca de dignidad’, le dice en su misiva. Lo más increíble es que el padre de ambos, don Isaac Humala, está de acuerdo con esta solicitud. Este Búho conoció a la familia Humala por las dos campañas que me tocó cubrir. Allí me di cuenta que don Isaac adora a su hijo Antauro. En conversaciones familiares hasta le dice ‘héroe’ y se sigue expresando muy mal de Ollanta. ‘Es un pisado’, afirma el patriarca, quien es de la sierra, donde impera el machismo, aunque se casó con Elena Tasso, una mujer de mucho carácter. Antauro es un psicópata. No se arrepiente de la muerte de los policías mártires en el ‘Andahuaylazo’, sino que en su cárcel dorada hasta hacía lobbies, ganaba plata e ingresaban mujeres como si fuera un jeque. Pero se equivocan quienes creen que Ollanta Humala es hechura de Nadine. El nacionalista sabe que quien diseñó su destino, para bien o para mal, fue su padre. Para comprender lo que escribimos, debemos necesariamente ingresar al túnel del tiempo y conocer quién es Isaac Humala. Nació en un pueblito de la sierra de Ayacucho, Oyolo, en las alturas, en tiempos cuando los terratenientes eran los dueños no solo de la tierra sino también del ganado, cultivos y los mismos comuneros. Como todos los hacendados serranos, su padre mandó a Isaac a estudiar Derecho a Lima en la Universidad de San Marcos. Allí el inquieto joven no solo siguió leyes, sino que se inscribió en el clandestino Partido Comunista, donde se dedicó a leer filosofía, historia griega, literatura marxista y, casi al terminar la carrera, fungió de ‘responsable’ de una facción comunista de ‘cachimbos’, la célebre célula ‘Cahuide’ -nombre propuesto por Isaac- y la integraban nada menos que un jovencito miraflorino Mario Vargas Llosa, el hoy sociólogo Héctor Béjar y el desaparecido periodista Félix Arias Schreiber. Vargas Llosa lo recuerda en su libro autobiográfico ‘El pez en el agua’: ‘Venían a darnos charlas o consignas los responsables como el animoso Isaac Humala, en cuyos discursos hablaba infaliblemente de los Ilotas de Grecia y de la rebelión de Espartaco...’. Don Isaac luego militó en el MIR de Luis de la Puente Uceda, que inició la lucha armada, pero se retiró porque consideraba que no se debía luchar contra el Ejército, sino que había que infiltrarse en él, ‘porque en el Ejército hay militares héroes como lo fue Avelino Cáceres’. Fue allí donde se le ocurrió hacer que sus hijos mayores ingresaran a la Escuela de Oficiales del Ejército. Quería que cumplieran la labor que no pudo concretar Juan Velasco Alvarado. Sin embargo, al fundar el Partido Nacionalista, don Isaac impregnó a su movimiento el tinte racista del que hablábamos, al reivindicar como clase dirigente a la ‘raza cobriza’. Para don Isaac, es Antauro quien encarna mejor su ideología y es más ‘consecuente’ que Ollanta quien, según la ensalada cerebral que tiene, ‘ha traicionado al pueblo’. Ahora Antauro y su padre le piden a Ollanta que se quite la vida. Qué tal familia. Apago el televisor.