Si tienes una sensación de llenura a la altura de la garganta y va acompañada de una acidez incómoda, lo más seguro es que tengas reflujo. En algunos casos, la persona exagera en el consumo de harinas, café, come a deshoras y otros factores. Lo recomendable es que visite a un médico para que pueda determinar las causas y encontrar el tratamiento adecuado para acabar con esta molestia.
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La docente y nutricionista de la Escuela de Postgrado de la Univesidad de Ciencias Aplicadas, Katherine Cántaro nos explica al detalle qué es el reflujo, sus causas, consecuencias y tratamiento.
¿Qué es el reflujo?
El reflujo o también llamada enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una enfermedad digestiva que irrita el esófago debido a que hay una salida espontanea del contenido estomacal, pudiendo llegar o no a la cavidad oral o a las vías respiratorias. Se caracteriza por ser un episodio repetitivo que persiste en síntomas y complicaciones a nivel esofágica o externas que afectan la calidad de vida del individuo.
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¿Cuáles son los tipos de reflujo?
El reflujo se puede clasificar bajo tres criterios. Según la acidez del contenido del reflujo, que de mide de acuerdo al pH. El segundo criterio es según el estado físico del reflujo que se analizará de acuerdo a la cantidad de líquido o gas que tenga el reflujo. Y por último, el tercer criterio es acorde a la composición química del material refluido, el cual puede ser contenido biliar, gástrico o duodenal
¿Cuáles son los síntomas del reflujo?
Los síntomas pueden dividirse en síntomas esofágicos o extraesofágicas. La esofágicas son las más frecuentes, empiezan con sensación de ardor en el tórax que irradia hacia la boca, también llamada pirosis, sensación de que el contenido del estómago viene a la boca o también llamado regurgitación con sabor ácido y dolor torácico por reflujo.
Mientras que las extraesofágicas son generalmente atípicas y poco reconocidas. Entre ellas tenemos: el dolor torácico, tos por irritación de la laringe por el ácido, erosión dental por reflujo, ronquera matutina, asma y odinofagia (dolor torácico al tragar). En los niños y adolescentes además de los síntomas ya mencionados, se suman la tos crónica, otitis y neumonía recurrente.
Existen manifestaciones clínicas mucho más graves como esofagitis por reflujo, estrechamiento del esófago, esófago de Barret (cambios precancerosos), úlcera esofágica (llaga abierta en el esófago), adenocarcinoma y hemorragia digestiva alta.
Hay que estar atentos a la perdida de peso sin justificación, anemia y dificultades para tragar alimentos.
¿Cuál es el tratamiento?
Respuesta propuesta:
Tratamiento No farmacológico
Los cambios en el estilo de vida son la primera línea del tratamiento contra el reflujo, teniendo objetivo principal reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida.
En cuanto a la dieta, se recomienda seguir una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras, granos, semillas, reducir el consumo de grasas saturadas y alimentos ricos en azucares, disminuir el consumo de cítricos, bebidas carbonatadas, chocolate, comidas muy abundantes especialmente antes de dormir y consumir alcohol.
Es importante masticar bien y lentamente los alimentos (entre 20 y 45 segundos), realizar entre 5-6 comidas al día dedicando a cada una entre 20-45 minutos. En caso de esofagitis, evitar cítricos, tomates y refrescos, pues producen dolor y consumir una dieta líquida. Asimismo, se recomienda elevar la cabecera de la cama unos 20 cm, acostarse sobre el lado izquierdo y evitar acostarse inmediatamente después de comer. Otras medidas que pueden ayudar son disminuir o evitar situaciones de ansiedad y el estrés, no realizar ejercicio físico tras la ingesta inmediata de alimentos o esperar un par de horas al menos, evitar la ropa ajustada, mantener un porcentaje de grasa saludable y evitar fumar.
Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico se da para disminuir lo síntomas, pero también es utilizado para prevenir y tratar las complicaciones y evitar recurrencias como protectores de la mucosa, antiácidos, antisecretores de ácidos, sin embargo, este debe ser evaluado por el médico tratante ya que no sirve de nada solo tratar los síntomas y no la raíz del problema.
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