La presión ocular es muy peligrosa porque puede causar glaucoma, una enfermedad que daña el nervio óptico de forma silenciosa. Entre las causas más comunes, es que el ojo produce más líquido del que puede eliminar, lo que eleva la presión. También puede deberse a antecedentes familiares, edad avanzada, miopía alta, lesiones en el ojo, uso prolongado de corticoides, enfermedades como la diabetes o incluso al estrés y la cafeína en exceso.
El doctor Gerardo Arana, especialista de Oftálmica Clínica visión nos explica qué es la presión ocular, sus causas y cómo prevenirla.
Es la fuerza de los líquidos que están adentro de tu ojo, una presión necesaria para que mantenga su forma y funcione bien. Es clave para detectar enfermedades como el glaucoma. Para saber cómo andas, el doctor te hace un examen rápido y sin dolor llamado tonometría.
La presión elevada puede causar glaucoma, una enfermedad silenciosa que va dañando el nervio óptico. Como no tiene síntomas al inicio, mucha gente ni se entera y cuando se da cuenta ya perdió parte de la visión. Si no se trata a tiempo, el final es la ceguera. Por eso, a partir de los 40, ¡tienes que chequearte, más aún si tienes antecedentes familiares!
Al inicio, no vas a notar nada, pero el daño en el nervio óptico ya está empezando. Con el tiempo, el glaucoma avanza y la visión se va perdiendo de a pocos. Este daño es irreversible, y a la larga, puedes quedar totalmente ciego, lo que puede traerte inseguridad, caídas o hasta depresión.
Normalmente, es porque el ojo produce más líquido del que bota. También influye si tienes familiares con glaucoma, si eres mayor de edad, si tienes mucha miopía, si te has lesionado el ojo o si usas corticoides por mucho tiempo. El estrés y la cafeína en exceso también pueden afectar el drenaje del ojo.
La mayoría de las veces, no hay síntomas al inicio. Pero si la presión está muy alta, podrías sentir visión borrosa, dolor de cabeza o en los ojos, ver aros de colores alrededor de las luces, perder la visión de los costados o que se te pongan los ojos rojos. Por eso decimos que es una condición silenciosa, ¡y los chequeos son lo más importante!
¡Sí, totalmente! Por eso le decimos “el ladrón silencioso de la vista”. La única forma de saberlo es con exámenes médicos.
El más común es la tonometría, que mide la presión del ojo. El oftalmólogo también puede chequear el nervio óptico, hacer una paquimetría, gonioscopía o campimetría visual. Con estos estudios, se pueden detectar problemas a tiempo antes de que pierdas la visión.
Sigue al pie de la letra el tratamiento con gotas que te dé el doctor, sin dejarlo. Ve a tus controles cada 3 o 6 meses y cuida tu estilo de vida. No levantes mucho peso ni hagas ejercicios con la cabeza hacia abajo, ya que esto puede subir la presión del ojo. Y ni se te ocurra automedicarte.
¿EL TRATAMIENTO SE PUEDE HACER SOLO CON GOTAS?
Aunque las gotas son la base, también es necesario cambiar tus hábitos: hacer ejercicio, comer bien, no fumar, controlar el estrés y dormir bien. En casos más fuertes, se necesita tratamiento con láser o incluso cirugía.
Cuando las gotas o el láser no controlan la presión, o si el daño en el nervio óptico avanza. También se opera en casos graves, cuando el glaucoma es muy agresivo o si no puedes usar las gotas. Hay cirugías clásicas como la trabeculectomía o implantes valvulares.
¡Estar informado es clave! La presión ocular elevada no da señales claras, pero puede causar un daño irreversible si no la detectas a tiempo. ¡Así que no te duermas y cuida tu vista!
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