Cuidar nuestra flora intestinal es muy importante porque nos defiende de bacterias, virus o enfermedades, asegura el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo, colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales. Cuando se produce un desequilibrio en la flora intestinal aparecen problemas de salud como, hinchazón del abdomen de forma habitual y sin causa aparente, cólicos intestinales, diarreas, entre otros.
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La gastroenteróloga Sandra Pando SANNA Clínica San Borja nos explica sobre la importancia de cuidar nuestra flora intestinal, pues al reforzar con una alimentación saludable y actividades físicas podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico.
Más del 70% de las células inmunológicas del cuerpo se localizan en las paredes de los intestinos. Aquí también se produce gran proporción de serotonina, una sustancia neurotransmisora que nos lleva a estar en calma y con emociones positivas, que redundan en nuestro bienestar físico. Debemos cuidar nuestra flora intestinal porque también nos defiende de bacterias, virus o enfermedades, asegura el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo, colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales.
Debemos considerar los siguientes puntos:
o Ejercicio: hacerlo con moderación, entre 30 a 60 minutos casi todos los días; además que ayuda a manejar el estrés.
o Alimentación: consumir una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y grasas.
o Manejar el estrés y la ansiedad: en forma crónica producen hormonas del estrés (cortisol), que suprimen el sistema inmune favoreciendo infecciones.
o Dormir lo suficiente: cuando se duerme poco o mal el cuerpo produce cortisol para mantenerse despierto y alerta. Esta hormona suprime la respuesta del sistema inmune. Tener un sueño reparador y dormir las horas suficientes reforzará de forma natural el sistema inmune.
o Suplementación con vitaminas y minerales: es importante evaluar los niveles de algunos minerales y vitaminas, como la D y B12, el zinc y el fierro, para saber si hay déficit, con el fin de suplementarlos de forma adecuada. El déficit de estos elementos afecta al sistema inmune, que se favorecen las infecciones.
Es importante consumir fibras, vegetales en lo posible con cáscara (fibra soluble) y granos enteros (fibra insoluble) como linaza, salvado de trigo, chía, granola y cereal de fibra, que alimentan la flora intestinal y atraen agua al intestino evitando el estreñimiento.
También es importante consumir grasas saludables que se encuentran en alimentos como pescados grasos (ricos en Omega 3), nueces, palta y aceite de oliva. Este tipo de alimentos tiene un alto contenido en nutrientes como la vitamina C, zinc y otros antioxidantes que ayudan a reducir la inflamación y a combatir las infecciones.
Se deben limitar las carnes rojas y, en especial, los alimentos procesados y fritos. Se deben incluir en la dieta diaria alimentos fermentados como yogurt, chucrut, el miso (condimento) y el kéfir, ya que son probióticos que ayudan a desarrollar bacterias buenas en el intestino, lo que estimula el sistema inmune y fomenta un intestino y una digestión saludable.
El desequilibrio entre las bacterias buenas y las malas, en el que ganan las malas, hace que se produzca lo que se conoce como disbiosis intestinal o, lo que es lo mismo, una alteración funcional y cualitativa de la microbiota. Hay algunos síntomas que nos alertan, como la hinchazón del abdomen de forma habitual y sin causa aparente, cólicos intestinales, diarreas, entre otros.
Además de la alimentación saludable, descanso y ejercicio, el trabajar nuestras emociones cultivando pensamientos y sensaciones positivas nos ayudan a mantener este balance que se traducirá en una buena salud integral.
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